Lejos de resolverse, en Argentina los problemas se agravan y la mayoría de sus habitantes observan atónitos, en pleno aislamiento social preventivo y obligatorio, la realización de marchas que representan distintos intereses sectoriales.
Mientras tanto la Nación atraviesa un extenso y duro camino enmarcado por los riesgos fatales del coronavirus, la pérdida de la moneda ante el descontrol del dólar, la economía que no arranca y cifras extremadamente negativas en materia de empleo, pobreza e inversión.
En ese contexto, con distintos actos y sin señales de unidad, el peronismo conmemoró el 75 aniversario de un hecho que todavía buena parte de la sociedad recuerda: el día de la Lealtad. Aquel 17 de octubre, miles de argentinos marcharon hasta la Plaza de Mayo para lograr la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón, que estaba detenido en la isla Martin García. Los primeros partieron a pie desde los frigoríficos de Berisso. Hay mucha bibliografía sobre esa gesta, controvertida. Pero la idea no es revisar el pasado sino analizar su presunta vinculación con el presente.
La lealtad es un principio que básicamente consiste en nunca darle la espalda a determinada persona, idea o grupo social, es decir, un cumplimiento de honor y gratitud. Una actitud realmente noble.
Casi 10 años después de ese épico día, el 16 de septiembre de 1955, la Revolución Libertadora, en una jornada violenta, desalojó al ya general Perón, de la presidencia de la Nación, quebrando la vigencia del sistema democrático. Quizás ese haya sido un momento para expresar la lealtad, aquella que mantuvieron algunos civiles y militares, que pagaron con sus vidas, largos meses de cárcel y en el caso de los uniformados, la expulsión de las fuerzas armadas.
Es difícil entender que el peronismo, ignore y haya olvidado a esas personas que enfrentaron cara a cara a los militares golpistas que derrocaron al gobierno popular consagrada con el voto.
Hoy los principios que sustentaron aquella lealtad, tambalean o ya se han perdido.
“Primero la patria, segundo el movimiento y por último los hombres”, dijo Perón entre muchos conceptos. También dejó en su última presidencia, en los 70, pensamientos para el proyecto nacional: “para un argentino, no hay nada mejor que otro argentino” y “cada argentino tiene que producir por lo menos lo que consume”, por ejemplo.
Tras su muerte, el 1 de julio de 1974, se sucedieron distintos gobiernos, la mayoría de ellos definidos como peronistas, pregonando la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. A pesar de ello, la crisis se siguió agravando.
A la luz de la historia es difícil comprender cómo interpretaron al peronismo fundacional sus embanderados continuadores.
¿En qué coinciden los millonarios dirigentes políticos y sindicales actuales con la defensa de los descamisados de Perón y Evita?
¿Qué relación existe entre los planes sociales y la idea de “producir mínimamente lo que se consume”?
¿Cómo encaja la firma de un salario mínimo de 21600 pesos desde marzo de 2021, que no alcanza a cubrir la mitad de lo que actualmente cuesta la canasta básica alimentaria, con la justicia social?
Entre una movida virtual para reposicionar al Presidente Fernández, aparentemente hackeada y la movilización convocada por el dirigente de camioneros Hugo Moyano, el sábado fue un día de manifestaciones.
Es válido que se exprese el sector oficialista, como también lo hicieron el lunes anterior ciudadanos con otras ideas. En ambos casos lo objetable es que estamos en tiempos de pandemia y con récord de contagios. Pero a quienes se dejan dominar por la ambición, eso poco importa.
Como tampoco les importa gastar dinero, tiempo y otros recursos, en movilizaciones que no resuelven nada. ¿Cuántos salieron el 12? ¿Cuántos el 17? Sumando ambas movidas… ¿Un millón? ¿Dos millones? Sobre 44 millones de argentinos, poco representan quienes parecen no comprender que estamos en uno de los peores o el peor momento de nuestra historia.
Incluso tienen espacio para discutir sobre la puesta en marcha de una oficina que supervisará la información periodística, con un presupuesto de 256 millones de pesos. Cabe preguntarse por qué no se destinan esos dineros a alguna actividad que genere trabajo productivo.
Como una paradoja del destino, ese mismo sábado se conmemoró el Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza. Un solo dato para entender dónde estamos parados. Se estima que para fin de año 8.300.000 niños, niñas y adolescentes vivirán en la pobreza en nuestro país. Quizás sea oportuno preguntarse en qué cajón quedó guardada otra premisa en la que insistió Perón: “los únicos privilegiados son los niños”.
Bueno sería que aquellos que se declaran peronistas y sacan provecho del nombre del histórico líder y de su compañera Evita, recapaciten, revisen sus actos, sean leales a su legado y al contenido social de su doctrina.