“En la actualidad nuestra Asociación nuclea a 53 barcos, lo que genera 800 empleos directos y alrededor de 6000 indirectos, una cifra importante. Pero me preocupa la falta de planificación, sobre todo para un sector castigado durante los últimos 20 años, lo que llevó a perder competitividad. Tenemos que mejorar en calidad y certificar la trazabilidad de nuestros productos”, señala Sebastián Agliano quien desde abril de 2014 preside la Asociación de Embarcaciones de Pesca Costera, en la ciudad de Mar del Plata.
A poco de comenzar la entrevista con Ser Industria, recuerda que sus abuelos abrazaron la pesca desde la infancia en Sicilia, pasión que contagiaron a toda la familia. “De chico jugaba con las redes y nasas de pesca. A pesar de ser abogado y ejercer la profesión, este mundo me atrapó, estudié la actividad de varios puertos en España e Italia trato de aplicar mis conocimientos en aquí y en el Consorcio Portuario que integro como Director”, indica.
Pregunta: ¿Cuál es específicamente el ámbito de incumbencia de los asociados?
Respuesta: Representamos a la flota tradicional amarilla del puerto, nos dedicamos a la pesca del variado costero, son 59 especies de peces que habitan la plataforma bonaerense: lenguado, salmón de mar, palo rosado, corvina, pescadilla, cangrejo…Es un conjunto íctico que no se da en otra parte del país. El 90 % de la pesca está en Mar del Plata.
P: ¿Cómo está la actividad?
R: La pesca industrial bonaerense está bastante golpeada. Afrontamos problemas de rentabilidad financiera, costos, producto, precio, sistematización de normas, burocracia estatal, falta de incentivos y planificación pesquera. Los mercados internacionales nos piden trazabilidad y calidad. Por ejemplo, queremos incorporar mejores máquinas de hielo y el estado nos pone muchas trabas…se habla de facilitar la producción pero hay que llevar ese discurso a la realidad. La flota también sufre la competencia desleal, dese barcos sin controles, hasta quienes pescan con gomones y trasmallos.
P: ¿Esos son los principales problemas que enfrentan?
R: No, lo que más complica es el precio del combustible. Nos cuesta $ 17,144 el litro de contado y $19,344 a 60 días y lógicamente mover un barco implica un consumo de 1500 litros diarios. Nuestra rentabilidad se basa en la demanda de producto. El valor de nuestro producto en el exterior no compensa los costos de los insumos que utilizamos. Pero a pesar de la baja rentabilidad, salimos al mar porque de no hacerlo muchas familias se verían perjudicadas. Hablo de los que suben a los barcos y de toda la cadena de producción, que incluye a estibadores, los transportistas, los fileteros, hasta llegar al consumidor.
P: ¿A qué nivel falta planificación?
R: Es algo por lo que estamos bregando. Luego de 12 años, estamos ante la primera investigación de variado costero, que realizará el Instituto Nacional de Investigación Pesquera. Hace tiempo que veníamos reclamando, será muy importante para saber cómo movernos y tener el producto que nosotros capturamos disponible durante mucho tiempo. Para planificar y determinar los cupos hay de pesca hay que conocer el ciclo biológico de las especies.
P: ¿Está en baja el trabajo?
R: En la actualidad nuestra Asociación nuclea a 53 barcos, lo que genera 800 empleos directos y alrededor de 6000 indirectos. En el puerto somos los que más mano de obra generamos. Hay gente radicada aquí por la pesca, para hombrear cajones o filetear pescados. Pero en los últimos tiempos crecieron los comedores escolares, barriales…la desocupación se ha tapado con planes sociales. De 35 conserveras, quedaron 5. Inciden también los barcos factoría, que traen el producto terminado, llegan al portacontenedores y tienen gran rentabilidad, sin generar trabajo en tierra.
P: ¿Están conformes con el consumo interno?
R: No. Hay una deuda con la sociedad importante, en la cadena de procesado, desde el productor al consumidor como pasa con la fruta, la verdura…todavía no se transparenta el costo que hay en el medio. El kilo de merluza cuesta acá $ 14 y el filete llega a $130. Deberíamos tener un precio muy accesible y promover el consumo. No hay tanta demanda en el mercado interno en relación a lo que producimos.
P: ¿Esto deja mayor volumen para exportación?
R: No necesariamente. Hay productos que no tienen demanda en el mercado interno y si en el externo. Por ejemplo, la corvina rubia se consume mucho en China y África. El 90% del pez en el mar es merluza, que se ha recuperado. Hay especies y demandas para cada caso.
P: ¿Cómo está el puerto?
R: En la actualidad funciona un Consorcio en el que existe pluralidad de opiniones y visiones, en el que se llega a decisiones consensuadas. Pero hace 70 años que no se invierte. El puerto tiene una deriva de arena importante, está mal hecho. Se realizó el dragado a muy buen precio, aunque necesitamos dragar todos los años hasta que contemos con los fondos suficientes para hacer una obra de ingeniería importante. Actualmente se opera de día, los calados son buenos, pero las obras que se hicieron fueron de urgencia.
P: ¿Qué puertos europeos te impactaron más?
R: He visto funcionar a muchos y el más me impactó fue el de Génova de una actividad tan importante que alimenta a toda una región. Nosotros tenemos que armar un plan que optimice su funcionamiento e incluya al puerto con su propio un circuito turístico. Hoy no tenemos visitas guiadas, no se transmite la rica historia que hicieron los primeros pescadores, los tejedores de redes, el corredor productivo.
P: ¿Ves con optimismo al futuro?
R: Siempre. La actividad lógicamente evoluciona y se transforma. Nosotros esperamos que las autoridades entiendan como es esta producción y lo que implica tener una embarcación en funcionamiento. Cada nave es una empresa marítima que enfrenta los avatares políticos, el cambio internacional y los insumos. Tenemos acceso buen diálogo, casi cotidiano, hay transparencia, pero faltan las respuestas concretas. Llegan solo paliativos, herramientas buenas pero insuficientes.