La industria pesquera cumple un rol muy importante en la economía argentina. No sólo porque exporta más de US$ 2000 millones anuales. También genera miles de puestos de trabajo, impulsa a la industria naval y contribuye a la seguridad alimentaria, un concepto altamente valorado a nivel global.
Entrevistado por Ser Industria Radio, Domingo Contessi, afirmó que la situación es crítica “desde mediados de 2024, cuando se fue agravando con el atraso cambiario”. En el mismo sentido, añadió que cualquier persona que se sienta a ver la estructura de costo de la pesca en menos de 30 minutos se da cuenta que “es inviable”.
El empresario naval y pesquero, presidente del astillero marplatense Federico Contessi, consideró que “si no va a haber una corrección cambiaria, se necesitan reformas estructurales en términos de relaciones laborales” y la quita de impuestos distorsivos.
Asimismo, pese a las dificultades de lograr un diálogo fecundo con las autoridades nacionales, puntualizó, entre otros aspectos, que “nunca bajamos los brazos, el pescador es optimista por naturaleza”.
¿Cuál es el panorama de la industria pesquera?
Está todo muy complicado. La situación es crítica desde mediados del 2024, cuando se fue agravando con el atraso cambiario en un sector que es netamente exportador. Lamentablemente, tenemos poca interacción con autoridades nacionales de nivel para encontrar otras herramientas para resolver este conflicto que no sean las clásicas que veníamos utilizando antes, que era esperar que la próxima devaluación tape todos estos baches. Necesitamos recuperar competitividad en base a reformas estructurales que no estamos teniendo con la velocidad adecuada. Esto ha hecho que el sector esté trabajando a pérdida desde hace mucho tiempo en una situación insostenible.
¿Hay barcos que directamente no van a salir a pescar?
Los barcos siguen saliendo por distintos motivos. El que tiene una planta en tierra y un barco, no puede desabastecer su planta porque el costo sería mucho mayor al de operar el barco a pérdida. Muchos están esperando alguna solución mágica y el pescador es optimista por naturaleza, sigue trabajando. Te doy un dato. Cuando me vienen a pagar una reparación, desde hace seis meses no me traen cheques, sino el canuto de dólares que tenían ahorrado. Eso marca a las claras que no hay un flujo de caja, están reventando ahorros para reparar los barcos y seguir trabajando. Eso no es sustentable en el tiempo.
¿No hay diálogo con las autoridades para explicar esta situación, bajar impuestos o tomar créditos?
Endeudarse para pagar falta de rentabilidad es una locura. Hemos planteado la baja de retenciones o derechos de exportación, pero la realidad es que tampoco mueven el amperímetro. Si no va a haber una corrección cambiaria, se necesitan reformas estructurales en términos de relaciones laborales, cantidad de tripulantes, desregular la estiva en los puertos… Cosas que ya se decidieron en todas partes del mundo y que en la Argentina se vienen demorando y que, si esta va a ser la política a largo plazo, no pueden demorarse más.
Los trabajadores no creo que estén de acuerdo con las reformas…
Es entendible, pero hay que analizarlo fríamente. La pesca ha tenido, históricamente, valores salariales completamente distorsionados. Eran muy buenos y mientras el negocio los podía pagar, se pagaron. Pero hoy, cuando el negocio no puede pagarlos, el empleado tiene que darse cuenta que es preferible tener un salario un poquito más bajo a no tener nada, estamos entre esas disyuntivas. Hace más de 15 días, abrió la temporada de pesca de langostino de aguas nacionales y no pudo salir ningún barco. Quizás lo que perdieron de ganar los marineros en estos 15 días, compensa la baja de salario que necesita el sector para seguir operando. Es una cuestión de racionalizar los debates. En otras circunstancias uno puede decir “esto es una puja por querer ganar más”, pero en realidad es una puja por no fundirse. Tenemos que tratar el tema con otro sentido y otra lógica.
¿Cómo está la relación con los sindicatos?
El diálogo es difícil. Nunca se ha dado un caso de un acuerdo a la baja, pero venimos de un país inflacionario. En algunos casos va a ser necesario renegociar convenios y llamo a la reflexión al trabajador, al sindicalista, de tratar de preservar los puestos de trabajo. Me parece que esto es lo más importante. Hoy el debate no da para chicanas para decir “lloran pero la tienen guardada”. Los números son contundentes y fáciles de hacer. Cualquier persona que se sienta a ver la estructura de costo de la pesca, se da cuenta en menos de 30 minutos que es inviable, me refiero a un trabajador, un político o un empresario. En ese contexto necesitamos encontrar soluciones viables, que hagan que la rueda siga girando. No vamos a pagar salarios de miseria, se van a seguir pagando muy buenos salarios. La pesca sigue y va a seguir siendo una de las actividades mejor remuneradas, pero necesitamos negociar todo esto.
¿Lo que pasa con el langostino, puede suceder con otras especies?
En la merluza y el variado costero, es peor todavía. El langostino tiene la particularidad de ser una pesca por temporada. Las tripulaciones son trabajadores muchas veces temporales, las empresas tienen una flexibilidad mayor de decir “no arranco la temporada si el número no me da”. En el variado costero, en la merluza, que son actividades que se dan durante todo el año, el armador no tuvo esa posibilidad, porque en algunos casos tiene una planta que abastecer, la tripulación a veces es parte de su propia familia o el capitán del barco es socio de la empresa. Entonces dicen “vamos a probar…”. Solamente unas pocas especies se están escapando de esta crisis. Una de ellas es el calamar, que afortunadamente está teniendo precios internacionales muy buenos y buenos niveles de captura y la otra ha sido la temporada del langostino de Rawson. Es un caso especial donde una flota reducida de unos 70, 80 barcos pescan en el día. Aunque los precios no acompañen, al no haber prácticamente consumo de combustible, el negocio sigue funcionando.
¿Esta situación puede afectar al mercado interno?
El mercado interno anda por otros carriles y es tan poco importante para el nivel de captura que no tiene incidencia. Por ejemplo, si vas a comprar en una pescadería un kilo de filet de merluza, vas a pagar $ 7.000, 8.000, 8.500. El mismo filet lo exportamos a $ 3.000. Al mercado interno se vende solamente el 5% de la captura, los precios son el doble o el triple del valor de exportación. Básicamente, el mercado interno tiene un problema de volumen. Si el dueño de la pescadería tiene que pagar a sus tres empleados y el alquiler del inmueble, con ventas muy bajas del producto, porque se consume poco en Argentina, ese costo fijo va a afectar al precio. Ojalá tuviéramos mayor volumen de consumo en el mercado interno, para que el precio baje. Si la industria tuviera un mix 50% de mercado interno, 50% de exportación, estaría en una situación completamente distinta y mucho más fortalecida.
El combustible, aunque de a poco, sigue aumentando…
Sí, es otro de los insumos críticos, pero lo que más ha variado es la mano de obra. Históricamente la torta de costos era 33% de mano de obra, 33% de gastos operativos donde está el combustible, el hielo, la descarga, el seguro y un 33% de contribución marginal, para atender los costos fijos de la empresa, la rentabilidad, la amortización del barco… Hoy los salarios son un 60-65%, ahí se ha desbalanceado completamente la torta.
El gobierno intentó modificar la ley de Pesca y dio marcha atrás. ¿Seguirá insistiendo?
No creo. Si hubieran querido insistir, no hubieran renovado las cuotas de captura de las cinco especies a fin del año pasado. Me parece que eso quedó archivado, lo cual no quita que pueda haber alguna otra modificación en el régimen pesquero. Creo que se han dado cuenta que estaban planteando un absurdo total.
¿Es necesaria una reforma?
La ley actual es buena. Hay que reformar los planes de manejo, reglamentaciones… se puede hacer algún detalle cosmético, pero no soy partidario de cambiar una ley que es del año 97, 98, le ha dado seguridad jurídica y estabilidad al sector y permitió el crecimiento de la industria después de la gran crisis que tuvimos a finales de los 90. En ese momento se produjo el otorgamiento indiscriminado de permisos de pesca que generó el menemismo y llevó a la sobreexplotación de las principales especies del caladero argentino. Me parece que debe ser preservada. Hay que trabajar en las reglamentaciones, especialmente en los planes de manejo, por ejemplo, del langostino que hoy tiene muchos puntos realmente absurdos.
Chubut aprobó una ley de Promoción para la Industria Naval. ¿Es necesario que Buenos Aires tenga su propia legislación?
Sin lugar a dudas son alicientes e interesantes. Siempre las leyes de fomento generan algún aspecto positivo. Ahora bien, en lo que se refiere a la industria naval pesquera, mi mayor preocupación es que hoy no tengo clientes. Y no los tengo porque mi cliente no gana dinero y si no gana no invierte en barcos nuevos. Mi preocupación no es tener una ley de fomento en la provincia de Buenos Aires, sino que mis clientes recuperen rentabilidad.
¿Cuál es el panorama de la construcción naval?
Estamos realmente muy preocupados. Después de los últimos tres barcos que botamos en nuestro astillero, no pudimos colocar nuevas quillas, quedaron las gradas vacías, se está cortando la rueda. Tenemos cuatro barcos en construcción, que son para Rawson y hace más de ocho meses que no podemos cerrar nuevos contratos. Esto significa que a mediados o finales de este año, nos vamos a quedar sin trabajo. Estamos viendo otras alternativas, cómo reconvertirnos, cómo subsistir en esta crisis donde no vemos la luz al final del túnel.
¿Cuánto empleo generan la pesca y la industria naval en Mar del Plata?
No hay estadísticas fidedignas. A nivel nacional, la pesca genera entre 46.000 y 50.000 empleos directos. Los indirectos son muchos más, pero es difícil contabilizarlos. En el caso de la industria naval, a nivel nacional son unos 6.000 puestos de trabajo. En Mar del Plata debemos ser, en forma directa, unos mil y pico. Para calcular los indirectos, quizás podemos multiplicar por tres, por cuatro, porque la actividad tiene un gran poder de multiplicación económica. En el término de pesca, si hay en total 50.000 empleos y Mar del Plata congrega el 50% de las descargas, tranquilamente podemos decir que 25.000 familias dependen de la actividad.
¿Hay expectativas de obtener una respuesta que contemple la situación del sector?
Hacemos gestiones permanentemente, nunca bajamos los brazos y seguimos insistiendo. Tenemos muy buen diálogo con el Consejo Federal Pesquero, con el subsecretario de Pesca, pero no lo estamos consiguiendo con el ministro de Economía o el Presidente.. El gobierno tiene un equipo corto donde las personas que toman las decisiones de fondo son muy pocas y no estamos logrando llegar a ellos. El pescador es optimista por naturaleza, salir a pescar es siempre una aventura, un acto de fe y esperanza. Tira las redes y no sabe lo que va a encontrar, empieza la marea y no sabe cómo va a terminar. Con esa misma filosofía, el sector sigue empujando. Lamento que se lo haya menospreciado tanto o valorado tan mal, porque tiene muchas virtudes. Es un sector exportador que ha desarrollado mercados a nivel internacional. Recientemente, se ha dado una muy buena noticia que es la certificación de la pesquería de langostino costero de Rawson. Es un trabajo que llevó más de 10 años para un grupo de empresas, contratando consultores internacionales, trabajando con los gobiernos nacionales y provinciales. Logramos que ese langostino sea certificado por el sello azul MSC y va a permitir entrar a nuevos mercados, ganar valor. Es el camino que deberíamos estar recorriendo para todas las pesquerías, no solamente para el langostino de aguas provinciales, sino también para el langostino de aguas nacionales, para la merluza, la merluza negra, el abadejo… Eso nos permitiría ganar nuevos mercados, mejorar los precios de exportación… Tenemos muchos desafíos que estamos dejando en el tintero, porque la máxima preocupación es cómo zafar de los concursos, las quiebras, cómo hacer para pagar los sueldos a fin de mes… No son preocupaciones que deberíamos tener en este momento, Deberíamos estar pensando en objetivos más amplios y de más largo plazo para el país.
Evidentemente la situación debe normalizarse con urgencia…
Si, pero quiero hacer una reflexión. No tenemos que pedirle todas las respuestas a las autoridades. En Mar del Plata se unieron cuatro cámaras y comenzaron a hacer acuerdos de precios, a pedir rebajas en el costo de los insumos que estaban adelantados, en el costo de los servicios… Desde nuestro astillero estamos acompañando. Congelamos el cuadro tarifario al mes de septiembre del 2024 y sobre ese congelamiento aplicamos un 5% de descuento. Muchas soluciones dependen del sector privado y de las negociaciones con los sindicatos, con los empleados… Pero necesitamos la colaboración del Estado porque somos de los únicos sectores que en este contexto hemos recibido aumentos de impuestos. Si queremos recuperar competitividad y el gobierno nos dice “el tipo de cambio se va a seguir atrasando, pero vamos a bajar impuestos y recuperar competitividad por otros lados”, en la pesca está pasando lo contrario. El escenario, en ese contexto, es muy difícil.
Se anuncian medidas de alivio fiscal para la producción, pero por ahora no llegan..
Vemos muchas rebajas de aranceles de importación, que terminan afectando de alguna forma a la industria, pero no se dan rebajas de impuestos que mejoren las capacidades de la industria. Los impuestos que tenemos que sacar son los distorsivos, los derechos de exportación para todas las actividades y no solamente para algunas economías regionales o agropecuarias, el impuesto al cheque, bajar las cargas laborales… Bajar aranceles de importación en un esquema de un tipo de cambio que está claramente atrasado y en una recesión, es lo último que haría.