La política comercial de los Estados Unidos y las oportunidades para la Argentina

El nuevo escenario presenta más posibilidades para ganar que para perder.| Por Lautaro M. Ramírez.

20 febrero, 2025

La llegada de Donald Trump a la 47° Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, trajo inmediatamente novedades en el plano del comercio exterior. El mismo día de su asunción, 20 de enero, se publicó en la página oficial de la Casa Blanca el documento “America First Trade Policy”, que determina y fija las reglas de juego con las que se moverá su segunda administración en materia de comercio e inversiones hacia el resto de los países.

Vamos por partes. Los lineamientos esgrimidos en el citado documento, se fundamentan en la necesidad de promover el trabajo de los norteamericanos, la promoción y crecimiento de la economía y la seguridad nacional. En base a dichas tres premisas se disponen una serie de herramientas relativas a diversas variables en materia de comercio e inversiones.

Entre otras, a través de incrementar los aranceles globales y otras políticas para abordar el comercio injusto y desequilibrado, con el fin de remediar dichos déficits; reformar el sistema tributario con el fin de diseñar, construir e implementar un Servicio de Impuestos Externos (ERS) para recaudar aranceles, derechos y otros ingresos relacionados con el comercio exterior; revisar e identificar cualquier práctica comercial desleal por parte de otros países y recomendar acciones apropiadas para remediar dichas prácticas.

Asimismo, iniciar un proceso de consulta pública con respecto al Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) en preparación para la revisión del T-MEC en julio de 2026; revisar y evaluar las políticas y prácticas de los principales socios comerciales de los Estados Unidos con respecto al tipo de cambio entre sus monedas y el dólar de los Estados Unidos; revisar los acuerdos comerciales y sectoriales de los Estados Unidos y recomendar cualquier revisión que pueda ser necesaria o apropiada para lograr o mantener el nivel general de concesiones recíprocas y mutuamente ventajosas con respecto a los países socios de acuerdos de libre comercio; entre otros.

En este contexto, tuvieron lugar tres órdenes ejecutivas separadas estableciendo el incremento arancelario para mercancías originarias de Canadá, México y China. Esta decisión pone a los principales socios comerciales de los Estados Unidos entre cejas y establece que, tanto para México como para Canadá, se incrementarán aranceles a ciertos productos en un 25% -vinculados al sectores automotriz, manufacturero y energético (10%-)-.

Recuérdese que además con ellos comparte una zona de libre comercio, es decir que el comercio entre ellos es de un 0% arancelario, dispuestos en el marco del T-MEC o UMSCA, según desde donde lo veamos. Sin embargo, y pese a la previsión de la inminente aplicación de dichos aranceles, lo cierto es que se suspendió su ampliación en razón de ofertas de sus socios comerciales en materia de seguridad fronteriza y prevención del narcotráfico en particular en materia de fentanilo.

También las mercaderías originarias de China son objeto de un incremento arancelario, respondiendo este país con medidas de igual tenor, entraron en vigencia el 10 de febrero, sobre maquinaria agrícola  y petróleo y sus derivados y gas licuado, incrementando los aranceles entre un 10% y un 15%. Adicionando otras restricciones de acceso al mercado de minerales estratégicos como el tungsteno, que se utiliza para fabricar componentes electrónicos y el telurio, empleado en la producción de paneles solares, aleaciones metálicas y dispositivos termoeléctricos.

Sin embargo, dichas medidas, que en principio solo afectaban a las mercaderías originarias de dichos países, son una fracción de una serie de otras determinaciones que inciden sobre otros proveedores internacionales. En particular de aquellos que abastecen a los Estados Unidos de acero y aluminio, mercancías que ya, en la primera administración de Trump, fueron grabadas con aranceles superiores a los que se venían aplicando, en clara contradicción con las reglas del sistema multilateral del comercio.  

La cuerda siguió tensándome tras la firma de las otras dos nuevas órdenes ejecutivas por parte de Trump, en las que se dispone un incremento de los aranceles de importación al acero y al aluminio del 25%, sin excepciones; con la finalidad de promover la industria nacional de dichos metales. Esta medida unilateral no solo impacta en Canadá, que es su principal proveedor y México, sino que también incide en los demás proveedores de este material a los Estados Unidos, incluida la Argentina.

Al respecto, nuestro país exporta dentro de la Sección XV, Capitulo 72 del Nomenclador Arancelario a los Estados Unidos: Acero aleado, distinto del acero inoxidable, en lingotes o demás formas primarias (7224), ferroaleaciones (7202), desperdicios y desechos “chatarra”, de fundición, hierro o acero (7204) y fundición en bruto y fundición especular, en lingotes, bloques o demás formas primarias (7201), según datos del Trade Map al año 2024, ocupando el este país el séptimo lugar. Entre los primeros socios comerciales de dichas mercancías de los Estados Unidos se encuentran Canadá, México, Brasil y Corea del Sur.

Esta medida, a diferencia de las anteriores, si bien impacta directamente a países, nuevamente como Canadá y México, también incide sobre Brasil y Corea del Sur y en menor medida, en la Argentina, quien -según datos actuales del Trade Map- también exporta aluminio y sus manufacturas, ocupando el cuarto lugar en sus exportaciones. El primer lugar lo ocupan los combustibles minerales, aceites minerales y productos de su destilación, seguido de perlas finas (naturales), en tercer lugar, se encuentran los productos químicos orgánicos y en cuarto el aluminio y sus manufacturas con un valor de 471.192 miles de dólares norteamericanos, con un crecimiento anual del 9%. Representando solo el 2% del total importado por los Estados Unidos de estos materiales y manufacturas.

Dentro del aluminio, la Argentina exporta principalmente aluminio en bruto; alambre de aluminio; manufacturas de aluminio, depósitos, barriles, tambores, bidones, botes, cajas y recipientes simil de aluminio; chapas y tiras, de aluminio; hojas y tiras, delgadas, de aluminio, barras y perfiles, de aluminio; artículos de uso doméstico, higiene o tocador y sus partes, de aluminio, entre otras.

Ante un contexto económico, comercial y político global incierto, donde nuevamente vuelven a entrar en juego las cadenas globales de valor, sobre todo en materiales estratégicos como los mencionados anteriormente, es necesario volver a prestar atención a las reglas de juego, hasta ahora dadas en el marco de la Organización Mundial del Comercio.

La reconfiguración de las relaciones económicas internacionales pareciera ser inevitable, donde además esta puesto en duda el rol de las organizaciones internacionales que justamente venían a resolver estas diferencias, todo lo cual da como resultado un barajar y dar de nuevo, en la búsqueda de socios que ofrezcan mayor previsibilidad, en la era de la inestabilidad global.

Sin embargo, estos cimbronazos también ofrecen oportunidades para la Argentina, sobre todo en la relación bilateral con los Estados Unidos donde eventualmente podría ampliarse la oferta exportadora de soja, carne, maíz y otros productos agropecuarios, dado que ha aumentado los aranceles a productos chinos y de otros países, pudiéndose posicionar como proveedor alternativo. 

De igual modo, y dado que Trump promueve la inversión en energía fósil y minería, la Argentina al contar con grandes reservas de litio, gas y petróleo (Vaca Muerta), podría atraer inversiones estadounidenses o fortalecer sus exportaciones de estos recursos. Quizá, en razón de la guerra comercial contra China, empresas estadounidenses podrían buscar proveedores en América Latina. Teniendo Argentina una excelente oportunidad en sectores como manufacturas, tecnología agrícola y autopartes.

Por su parte, en materia de tratados comerciales, Trump favorece acuerdos bilaterales en lugar de convenios multilaterales. De ahí que la Argentina pueda negociar acuerdos comerciales específicos que reduzcan barreras arancelarias a productos clave, tal como lo ha venido sosteniendo el actual Presidente argentino, Javier Milei.

En este nuevo escenario, el comercio y las inversiones argentinas tienen más para ganar que para perder. Sin embargo, los desafíos no son menores toda vez que el aumento de las barreras arancelarias para algunos productos harán que sus precios se incrementen.

Por otra parte, el aumento del valor del dólar, podría encarecer las exportaciones argentinas; la presencia de nuevas o el restablecimiento de restricciones económicas o financieras también se vislumbran en el corto y mediano plazo, todo lo cual indicaría la necesidad de la diversificación de la oferta exportable, así como la búsqueda en la mejora de la competitividad para aprovechar estas nuevas oportunidades

Por Lautaro M. Ramírez. Consultor en Comercio Internacional y Director del Observatorio de Relaciones Económicas Internacionales de la UNLP.

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