En lugar de reducción de jornada laboral, ¿por qué no actualizamos las leyes laborales que tienen 50 años y son contrarias a la generación de empleo de calidad?
En los últimos meses, se ha estado debatiendo en Argentina la posibilidad de reducir la jornada laboral a seis horas diarias, con el objetivo de garantizar una mejor calidad de vida para los trabajadores.
Si bien es cierto que esta propuesta suena atractiva y puede sonar como una solución para mejorar las condiciones laborales, es importante analizar detenidamente sus posibles consecuencias.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que la reducción de la jornada laboral implicaría una disminución en la productividad de las empresas, especialmente para las PyMEs. Estas empresas, ya de por sí, tienen dificultades para competir con las grandes corporaciones y el aumento de los costos laborales solo agravaría su situación económica. Muchas PyMEs no cuentan con los recursos para contratar más empleados y cubrir el mismo nivel de producción.
Además, la reducción de la jornada laboral podría llevar a una mayor informalidad. Es decir, muchos trabajadores podrían optar por trabajar en la economía informal para compensar la pérdida de ingresos. Esto implicaría una disminución de la recaudación fiscal y un aumento de la informalidad en el país.
Otro aspecto a considerar es el impacto en la economía en general. Argentina ha estado enfrentando una situación económica difícil en los últimos años, con altos niveles de inflación y una economía estancada. La reducción de la jornada laboral podría afectar aún más la economía, ya que se reduciría la generación de riqueza y se afectaría la capacidad de inversión de las empresas.
En resumen, si bien el objetivo de garantizar una mejor calidad de vida para los trabajadores es loable, es necesario tener en cuenta las posibles consecuencias de la reducción de la jornada laboral. Es importante buscar alternativas que beneficien tanto a los trabajadores como a las PyMEs y a la economía en general, sin comprometer la productividad y el crecimiento económico del país.
El pacto social que necesita nuestra Argentina debe orientarse a bajar el nivel de conflictividad en beneficio de la sociedad en su conjunto. Estamos dispuestos a exponer propuestas, dejando de lado el antagonismo histórico, muchas veces fogoneado entre quienes generan trabajo y quienes lo brindan.
Nuestro país necesita otro tipo de propuestas más acordes con los momentos que estamos viviendo. El aporte que debemos hacer por la Patria, en lugar de un ajuste, es generar mayor riqueza y eso significa que los empresarios seamos generosos con el capital, los profesionales con su conocimiento y los trabajadores con su tiempo y esfuerzo.
Es momento de levantar la voz y las propuestas. Sin slogans, sin perjudicar a nadie y en beneficio de todos. Nos lo debemos y se lo debemos a nuestras próximas generaciones.