Con todas las variables claramente adversas y un paquete de conflictivas medidas que ya fueron comunicadas por el Presidente Mauricio Macri, Hernán Lacunza tendrá que acomodarse a los condicionamientos que impone un épico intento por mejorar la performance electoral de “Juntos por el Cambio”.
A fines de 2016, el primer mandatario apartó a Alfonso Prat Gay del entonces ministerio de Hacienda y Finanzas. El economista radical pudo exhibir al dejar su gestión de poco más de un año, tres logros: la salida del cepo, el acuerdo con los holdouts y un blanqueo exitoso.
“Dejamos el auto preparado y con la ruta pavimentada para que comience a funcionar” dijo al dejar su despacho, pronosticando un 2017 “donde se verá el crecimiento con mayor claridad”. También refirió que no había avanzado más en la reducción del déficit fiscal pero que “gracias a la recuperación del acceso al crédito, el país pudo cancelar servicios de deuda por 50 mil millones de dólares que había dejado el gobierno anterior”.
Macri designó entonces a Nicolás Dujovne al frente de Hacienda y a Luis Caputo en Finanzas, desdoblando la administración que tuvo a su cargo Prat Gay.
Después de la gran elección parlamentaria de “Cambiemos” en 2017 y cuando parecía visualizarse un camino libre para la continuidad macrista, comenzaron a evidenciarse signos de una economía turbulenta que se fue expresando cada vez con mayor intensidad en las calles.
En diciembre de ese mismo año, el tratamiento de la ley de Reforma Previsional, aumentó el descontento social con duros enfrentamientos en la Plaza del Congreso. Quizás ese episodio marcó el principio del fin del consenso social, que siguió desvaneciéndose luego de las sucesivas subas de tarifas, la baja del poder de compra del salario, la caída del empleo, la decreciente curva de la producción industrial, la crisis terminal de miles de Pymes y en contraste, el crecimiento de la inflación, el dólar y la especulación financiera.
Como corolario se llegó a la búsqueda casi desesperada de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la aplicación de medidas de ajuste y el hartazgo popular registrado el 11 de agosto en las urnas.
Sin margen de acción, Dujovne deja su cargo con todos los indicadores deficitarios. En silencio, como fue su costumbre a lo largo de toda su gestión. Perfil inesperado para un economista que hasta días antes de asumir, recitaba en el programa televisivo “Odisea Argentina”, todas las correcciones y recetas que debían aplicarse para lograr el despegue de la economía argentina.
Haciendo un correlato con las palabras de su antecesor, deja el auto con el motor fundido y empantanado. La tarea de Lacunza, ardua y difícil, será al menos evitar que el auto se hunda en el lodo. El ex ministro bonaerense llega como un director técnico de fútbol al que ya le eligieron el plantel. Las medidas post PASO, orientadas a alcanzar el milagro soñado por Macri y su entorno de llegar al balotage, llegan para calmar los efectos de la reciente devaluación, comprometen en 60.000 millones de pesos a las arcas fiscales y en medio del efervescente clima electoral, parecen insuficientes.
Lacunza asumirá mañana la cartera de Hacienda, pocos días después se reunirá con Roberto Cardarelli, el enviado del FMI y deberá recurrir a su ingenio para esbozar ideas que movilicen al deprimido mercado interno, permitan contener la crisis económica y llegar a diciembre en un marco de mínima normalidad institucional.