El 11 de octubre de 2020 entró en vigor un nuevo Mecanismo de Control de la inversión extranjera de la Unión Europea bajo el argumento de preservar los intereses estratégicos de Europa y al mismo tiempo “prometiendo” mantener abierta la UE a la inversión.
Este control realizado por la Comisión Europea, en un claro avance a las competencias originarias de sus países miembros, se aplica tanto a las inversiones greenfield o nuevas, como a las fusiones y adquisiciones de empresas europeas por parte de inversionistas extranjeros extra comunitarios.
El fin último del mencionado mecanismo es inhibir la concreción de dichas inversiones cuando se vean afectados los “intereses estratégicos” no sólo nacionales sino también comunitarios.
Si esta misma decisión hubiese sido adoptada por Argentina rápidamente se habrían levantado exaltadas voces condenatorias, principalmente europeas y algunas locales, alegando la falta de seguridad jurídica y el avasallamiento al principio de la libertad de inversiones.
Situación en Argentina
La atracción de inversiones extranjeras directas ha sido una preocupación constante de los gobiernos nacionales en los últimos 30 años y los instrumentos que sustentan dicha política han sido básicamente los mismos.
Siguiendo la receta de la Alemania unificada, en donde se privatizaron entre 1990 y 1994 más de 12.000 empresas de propiedad estatal de la República Democrática Alemana, y presionado por el FMI, el gobierno argentino en la década del 90 procedió a privatizar gran parte de las empresas estatales y de servicios públicos.
El ímpetu privatizador en materia de inversiones requirió la firma de numerosos Tratados Bilaterales de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones, así como la modificación de la ley de inversiones 21.382, la que incluía la derogación del Registro de Inversiones extranjeras directas.
Esta base jurídica sigue siendo la misma en la actualidad. Como resultado de ello, no sólo no hay herramientas para el control de las inversiones extranjeras directas, sino que para conocer cuáles son las inversiones o desinversiones extranjeras en Argentina resulta necesario recurrir a anuncios de inversión o desinversión de las propias empresas, a recortes de los diarios especializados y al registro de los ingresos y egresos de divisas denunciadas a tal fin que constan en el Banco Central.
El temor a que no vengan nuevas inversiones hace que no se cuestione o siquiera se considere la creación de un registro de inversiones extranjeras directas o cualquier medida de control o de supervisión del capital extranjero, ni se re formule una estrategia para la denuncia o una la nueva redacción de dichos tratados de inversión.
Esta parálisis es contraproducente, más aún en tiempos de pandemia del Covid-19.
Ante este nuevo contexto internacional de laxitud del concepto de libertad de inversiones impulsada por la UE – principal origen de las inversiones que recibe nuestro país- se abre una nueva oportunidad para re pensar las estrategias de promoción, seguimiento y control de las inversiones extranjeras en Argentina.
Por Dr. Ricardo Beltramino, especialista en Negociaciones Económicas Internacionales, Inversiones y Comercio Exterior.