La histórica bajante del río Paraná, trajo entre sus consecuencias más importantes, el desabastecimiento de agua en las poblaciones establecidas sobre sus orillas y las grandes dificultades para la navegación sobre la Hidrovía Paraguay Paraná, clave para el comercio exterior de Argentina, Paraguay, Bolivia y el sur de Brasil.
Esta situación, que se extendería varios meses más, se produce precisamente en medio del debate sobre el futuro de la administración de la Hidrovía, cuya concesión para el dragado y balizamiento, está a cargo de Hidrovía S.A., integrada por Emepa y Jan de Nul.
En este contexto, el abogado Rafael Colombo, miembro de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, en Ser Industria Radio, fundamentó su impactante frase denunciando “un holocausto ambiental sobre el Río Paraná” y se refirió a la presentación realizada ante el Estado nacional para evitar que se sigan realizando tareas de sobre dragado para agilizar la navegación.
¿En qué se sostiene la expresión “holocausto ambiental”?
En que lo que está ocurriendo en el Paraná es eso, un eecocidio. Porque el holocausto fue un genocidio y la figura del ecocidio, como tipo penal, está siendo propuesta para incorporarse en el estatuto de Roma. Así como hablamos de crímenes de lesa humanidad, de guerra, debemos hablar de los crímenes contra la naturaleza. El Paraná, siendo uno de los ríos más importantes de América Latina, que atraviesa tres países, muchísimas provincias y áreas metropolitanas, ciudades de muchos habitantes, está siendo objeto de una serie de presiones y hostigamientos desde hace varias décadas, ligadas estrictamente a la matriz económica productiva de la República Argentina y particularmente de la que se concentra en el Gran Rosario, Gran Buenos Ares, Gran Santa Fe y otros puntos críticos.
Esta bajante histórica no registra antecedentes, salvo que nos remontemos en los últimos 50 o 75 años.
¿Qué consecuencias de la bajante ponderan ustedes?
Tenemos que hablar de los impactos que está generando sobre el propio sector productivo, responsable en alguna medida de esta presión y hostigamientos que sufre el río. La Bolsa de Comercio dice que se están perdiendo 317 millones de dólares, pero hay consecuencias en el abastecimiento y provisión de agua potable en las principales ciudades que atraviesa el Paraná. Por eso el Jefe de Gabinete de la Nación ha asignado partidas extraordinarias y se ha reunido al Comité de Crisis con las principales provincias afectadas, a los fines de la adquisición de equipamiento para garantizar el bombeo del agua. Al mismo tiempo hay impactos ambientales muy considerables que involucran a grupos de comunidades vulnerables isleñas, ribereñas, campesinas, que poseen una interacción y una proximidad más directa con el río, que también les otorga las condiciones de su propia subsistencia. Esa es la situación por la que estamos atravesando y por eso no dudamos en calificarla, por más que suene fuerte, en un auténtico ecocidio.
Dada la situación histórica, se trabaja intensamente en el dragado para que los barcos, con limitaciones, sigan navegando. ¿Esto también está en análisis?
Sí, sin lugar a dudas. La Hidrovía Paraná Paraguay, en este proceso de intensificación y de consolidación que lleva varias décadas, básicamente en la normativa institucional que nace en los 90, lo que pretende es garantizar la navegabilidad fluvial las 24 horas del día los 365 días del año. Por allí se transporta el 80% de las exportaciones argentinas, miles de embarcaciones, barcazas, remolcadores, buques de ultramar, que no están preparados para navegar por río, transportan millones de toneladas de mercaderías. Eso genera mucha presión sobre el río. Si le agregamos las tareas históricas de dragado y sobredragado que lleva a cabo la empresa Jan de Nul, con cinco dragas distribuidas en puntos estratégicos, no nos tenemos que asombrar de que el río esté pasando por esta situación de estrés. Si además le agregamos el avance de la frontera agropecuaria, particularmente de un modelo de estructura biotecnológica que combina herbicidas agrotóxicos, siembra directa, monocultivo y organismos genéticamente modificados, también una expansión de la frontera ganadera que avanza sobre la llanura, las islas y el delta los desechos de industrias que están a la ribera del río Paraná y las principales concentraciones de terminales portuarias e industrias que proveen determinados servicios. Y hay que mencionar las represas. Argentina tiene 90 aprovechamientos hidroeléctricos, 17 son mega represas, una de ellas es Yacyretá, que, en este momento, debido a la bajante, está funcionando al 50% de su capacidad. Estas causas, que quizás son bastante diferentes inicialmente entre sí, tienen un gran denominador común que es que forman parte de esta matriz extractivista que instala en Argentina distintos modelos para el desarrollo, que no cumplen con ninguna de las promesas de las últimas décadas y probablemente de los últimos siglos. Este modelo extractivista, agroindustrial, minero, forestal, fluvial, no ha logrado cumplir con las promesas de espacio de mayor igualdad, de generación de divisas para su redistribución, de la erradicación de la pobreza, de producción de alimentos sanos y saludables. Al contrario, lo que ha hecho fue incumplir con estas promesas e incluso agravar las desigualdades.
¿La bajante seguirá acentuándose?
Estamos ante un momento muy crítico no sólo en Argentina sino a nivel regional. Brasil está atravesando por una de las sequías más terribles y agudas de su historia. Además, todos sabemos cómo se ha agravado la deforestación y los incendios del ecosistema amazónico, por lo menos desde inicios del siglo 21 en adelante y ni hablar durante la presidencia de Bolsonaro. Paraguay está atravesando un proceso de sequía muy fuerte y al mismo tiempo también tiene altos índices de deforestación. Ambos países forman parte del Alto Paraná, por donde viajan las corrientes de aire, de humedad, las lluvias… Y Argentina se encuentra una situación bastante parecida. Se han deforestado más de 10 millones de hectáreas en las últimas décadas. Al mismo tiempo tenemos los incendios de bosques. Entre 2020 y lo que va de 2021 fueron arrasadas por el fuego más de un millón de hectáreas, la mitad corresponden a las provincias que atraviesa el río Paraná. Básicamente Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y provincias limítrofes como Chaco, entre otras. Y en dos mil hectáreas de bosques, ahora tienen básicamente cultivo de soja con aplicación de millones de litros de herbicidas agrotóxicos. Argentina es el país que posee el índice más alto de aplicación de agrotóxicos por habitante, sobre todo de glifosato.
¿Se continúa destruyendo el medio ambiente?
Es realmente una locura lo que estamos haciendo con nuestros ecosistemas en general y se visibiliza en esta situación tan dramática, que es la bajante histórica. Las imágenes nos muestran que, donde antes existía un curso de agua que separaba dos islas, ahora existe un lecho arenoso seco por el cual se puede caminar como si fuera una senda peatonal. Son imágenes realmente distópicas. Nos estamos quedando literalmente sin agua, sin árboles. Al ecosistema lo estamos reventando hasta un punto que no tiene capacidad para generar su propia resiliencia o regeneración de sus ciclos vitales. Ni hablar después de los efectos productivos y la pesca. Hay una alteración muy profunda de la fauna ictícola. Se alteran las oportunidades de movimientos, la capacidad de reproducción, la cadena trófica… Hay muchas repercusiones que no solamente están vinculadas por los impactos sobre el ambiente sino incluso sobre la propia producción. Es muy dramático lo estamos viviendo y no parece que en el corto plazo la situación se vaya a modificar por esta contextualización a la que hacía referencia.
¿Cuál fue el planteo que hicieron en la justicia?
En realidad, no fue ante la justicia, sino ante los ministerios de Transporte y Ambiente. La presentación tiene como punto de partida las declaraciones de un representante de Jan de Nul, que dijo que debido a la bajante iban a sobredragar el río Paraná en dos pies, 60 centímetros. Nosotros leímos la noticia y planteamos que debido a la bajante hay que suspender o minimizar cualquier tarea de dragado y sobredragado. Comunicamos nuestra preocupación a los Ministerios y presentamos un acceso a la información pública solicitando básicamente que nos digan si estaban realizados los estudios de impacto ambiental para llevar a cabo esas tareas. El ministerio de Transporte, con buen juicio, dictó la Orden de Servicio 218 ordenándole a Jan de Nul que respete plan de trabajo aprobado y se abstenga de llevar a cabo actividades o tareas de sobredragado, siendo incluso pasibles de sanciones en el marco de lo que es el contrato de concesión de los años 90, que se prorrogó el pasado 30 de abril. Aparentemente habrá un mayor liderazgo y control por parte del Estado, todavía no sabemos. Lo que sabemos es que hay una clara desambientalización de las perspectivas y aportes o impactos que puede llegar a tener un proceso de intensificación de las de viabilidad fluvial, por lo menos como está planteado hasta aquí.
En el marco de la futura concesión expusieron varios gobernadores. ¿Se habló del tema ambiental?
Muy poco. La única exposición relevante desde el punto de vista ambiental, fue la del secretario de Cambio Climático de la Nación, Rodrigo Rodríguez Tornsquist que, en la primera reunión del Consejo Federal de la Hidrovía, hizo una serie de referencias que implican una ambientalización de la Hidrovía. Pero el ministerio de Ambiente es como un invitado bastante ingrato en este tipo de mesas y espacios que se generan desde el propio Estado. Nosotros presentamos un escrito pidiendo la presencia del ministerio de Ambiente en el Consejo Federal. En sus disertaciones, los gobernadores Perotti de Santa Fe, Bordet de Entre Ríos y Capitanich de Chaco, hicieron referencia a la disminución en el costo de los fletes, las ventajas en términos logísticos, la importancia de las obras de infraestructura, lo relevante que es esto para la producción nacional, las exportaciones, las divisas… Es el mismo discurso, siempre. No hay diferencia prácticamente entre los discursos de las autoridades políticas y los de los principales CEOS y directivos de las empresas. Estamos pagando las consecuencias por ese nivel de analfabetismo ecológico que está instalado sobre buena parte de la clase política representativa, que hasta el día de hoy no está acusando recibo de la gravedad de la situación que atravesamos en términos de crisis ecológica y de ecosistema.
Este panorama llama a un replanteo de la logística del comercio exterior argentino. ¿Tienen alguna propuesta?
Tenemos concretamente dos propuestas. Una para el corto plazo, ligada a minimizar cualquier tipo de actividad que agrave la situación de estrés hídrico por la que está atravesando el Paraná. No se puede producir más presión y hostigamiento, salvo que sea indispensable y esté debidamente habilitado por las autoridades competentes. Tenemos que minimizar temporalmente el dragado y el sobredragado y cancelar la extracción de arenas para ser utilizadas en la fractura hidráulica de Vaca Muerta. Extraemos arena de Entre Ríos para transportarla vía terrestre a las provincias donde está llevándose a cabo la fractura hidráulica de Vaca Muerta. Es algo realmente demencial desde todo punto de vista, incluso desde el económico activo. En paralelo y urgente, se requiere una decisión muy contundente de las autoridades federales para frenar de manera inmediata cualquier tipo de actividad que implique continuar la deforestación masiva en la Argentina y particularmente en las provincias que atraviesa el Paraná. En el mediano y el largo plazo planteamos un replanteo radical del modelo económico productivo nacional. Comenzar ya mismo con una transición justa que abandone esta matriz energética fosilista y extractivista y sea reemplazada por una democracia energética limpia renovable en clave de un pacto ecosocial y económico que discuta políticas de distribución de ingresos, suspenda el pago de la deuda externa y debata, como planteó el propio Presidente Alberto Fernández, el canje de deuda ecológica por deuda financiera entre los países del norte y del sur. América Latina termina financiando las transmisiones energéticas de los países del norte. Eso no puede seguir ocurriendo. Al mismo tiempo, tenemos que impulsar y expandir verdaderamente la agroecología, transitar hacia una soberanía alimentaria hacia la producción de alimentos sanos y saludables, una agricultura con agricultores basada en una justa y equitativa distribución de la tierra. Es indispensable que los territorios urbanos sean ecologizados y las ciudades reverdecidas. Todos y todas fuimos testigos de ésta terrible situación que convinó la pandemia con la inhalación de humo tóxico, los incendios tropicales. Eso claramente da cuenta de la importancia del estado crítico en que se encuentran las principales ciudades argentinas en términos ecológicos. Alemania, Bélgica, Suiza, están básicamente cubiertos de agua debido a las inundaciones. Y se supone que Europa es un continente que tiene una infraestructura más resistente a cualquier tipo de eventualidad climatológicas extrema. En Argentina cada vez que nos inundamos, las mismas entidades productivas responsables de la degradación de los suelos, son las que piden los rescates financieros al Estado, que pagamos todos y todas. No podemos seguir rescatando un modelo económico-productivo de carácter suicida que nos va a dejar sin agua en el río para transportar mercaderías, sin tierra con la succión de fertilidad para los cultivos y va a llegar un momento donde prácticamente ni siquiera vamos a poder respirar dignamente en las principales ciudades. Es una situación insostenible desde todo punto de vista. No comparto las narrativas colapsistas o extincionistas. Existen alternativas, pero claramente estamos en una situación muy crítica y la ceguera y el cinismo ambiental de la clase política y empresarial están comprometiendo seriamente el presente y el futuro inmediato de nuestra población.