A los problemas acarreados por la pandemia que atravesamos, se suma uno más: la logística marítima que pasa por una situación de total desarticulación, debido a las interrupciones constantes en los viajes, escalas inesperadas, atrasos en los arribos a los puertos y problemas en las cargas de productos para la exportación. La síntesis: atrasos, incertidumbre, caos y extra costos para todos.
Los buques atrasados en sus itinerarios, recoordinan constantemente viajes que nunca llegan a destino, dejando las cargas en puertos intermedios o incluso, cancelando las operaciones.
Esto genera atrasos, movimientos extras, demoras, extra costos dolarizados, exportaciones atrasadas, insumos y productos que no llegan para nuestra industria.
Además de estos problemas, quienes operamos en logística y comercio exterior nos encontramos en este tiempo con otra novedad: algunas compañías navieras supeditan el acuerdo entre la compañía naviera o el agente de carga internacional con el exportador (booking) a la contratación de servicios complementarios poco confiables o de dudosa procedencia.
En este marco, trabajar es muy complicado: no sabemos a ciencia cierta si nuestras mercaderías de importación llegarán en la fecha estipulada, o si quedarán en algún puerto de Brasil esperando un nuevo buque que las rescate, y traiga afectivamente hasta nuestro País. Tampoco sabemos si los espacios de que tenemos reservados para salidas de nuestras exportaciones, serán respetados. Conseguir espacio en los buques hoy, es una verdadera odisea.
La logística de transporte marítimo es la herramienta principal para hacerse un lugar en un mercado competitivo como es el de hoy.
Es muy importante para el sector que se respeten los tiempos y flujos de las mercaderías en relación con sus ámbitos geográficos, tanto de origen como de destino.
Hay que tomar decisiones que faciliten las operaciones internacionales.
Por Delia Flores, empresaria logística, especialista en Comercio Exterior.