El sábado 16 de abril se celebró el Día Mundial del Emprendimiento, que procura fomentar la generación de ideas e impulsar el desarrollo emprendedor. Los especialistas afirman que las personas emprenden por oportunidad o por necesidad, muchas veces motivadas por la pérdida de empleo o las dificultades para conseguirlo.
Argentina está en el top ten de emprendedores a nivel mundial y un caso muy interesante es el de la diseñadora industrial Cielo Ambrosius, quien desde “Materia prima”, recicla cámaras de autos, camiones y tractores, para convertirlas en diferentes productos de uso práctico.
La creativa nacida en Tres Arroyos y radicada en la ciudad de La Plata, dialogó con Ser Industria Radio. Brindó detalles de su innovador aporte a la economía circular y de la reutilización del caucho, que suele terminar sus días contaminando la tierra y el aire, en quemas marginales o piquetes callejeros.
¿Cómo te convertiste en emprendedora?
Me llevó encontrarme con un material que me di cuenta que era muy problemático para el medio ambiente: las cámaras de neumáticos, que terminan tiradas por todos lados. Yo estudié diseño industrial y siempre me gustó la reutilización de los materiales. Este elemento, puntualmente, me encantó porque las gomas tienen propiedades muy nobles como la impermeabilidad, la resistencia y me metí con las cámaras además porque es bastante fácil de cortar, de lavar. No tanto las cubiertas, que son de un volumen mucho más importante y más difícil de tratar. Las cámaras, son residuos muy masivos, más fáciles de trabajar así que me metí con este material hace ya 4 o 5 años.
¿Cómo recolectás las cámaras y en qué las convertís?
Hago riñoneras, billeteras, mochilas, cintos, se pueden hacer calzado, infinidad de productos. Como en el rubro de la marroquinería, pero usando caucho en lugar de cueros. Soy de Tres Arroyos y allí se tiran cámaras de camiones y tractores, que son súper grandes, entonces de cada una de ellas saco un montón de productos. Las dejan en un lugar donde se hace separación de residuos. Voy ahí y las junto. También hago un tour por gomerías que saben que paso a buscarlas. En La Plata, es más complicado juntarlas porque las cubiertas de autos vienen sin cámaras, por suerte para el medio ambiente. Consigo de motos y de bicicletas.
¿Por sus dimensiones las de tractor permiten mayores posibilidades?
Claro, son enormes, muy lindas. Una vez que son lavadas, se pueden ver las texturas que tienen y son del rodar del neumático, que va rompiendo la textura de la cubierta. Cada neumático es único. Obviamente cuando están llenos de tierra nadie sabe que con eso se puede hacer algo, no se aprecian. Pero al ser lavadas, se encuentran cosas muy interesantes. El material en sí es muy lindo. Aprovecho hasta los parches… También uso cosas que por ahí uno descarta de las cámaras. Me gusta que se note que la riñonera es de goma.
¿Cómo fuiste armando tu taller? ¿Incorporaste máquinas?
La máquina de coser me la compré estudiando, antes de recibirme. Es una Singer industrial antigua y no es ni de doble arrastre ni nada. Sin embargo, cose espectacular la goma. Nunca tuve ningún problema en coser con esa máquina. Después me ha pasado de mandar a talleres que tienen máquinas más modernas y no cosen la goma. Fue una casualidad encontrarla y que funcione bien. Después, con mi familia, desarrollamos una máquina de lavar. Son dos rodillos que tienen un motor y una bomba que va circulando el agua para aprovechar el recurso. Se pasa la cámara entre medio de los rodillos como si fuese una “pastalinda” y le saca toda la mugre. Es una de las etapas más difíciles del reciclado, porque vienen con grasa del campo y de los talleres. Para no estar mil horas con eso y con todo el esfuerzo físico que conlleva el lavado, desarrollamos esta máquina. Esas son las herramientas fundamentales. Hay muchos emprendimientos que todavía están cosiendo a mano y son más artesanales, a baja escala. Mi idea siempre fue hacerlo a la mayor escala posible. El año pasado me pidió Michelín una gran tirada de riñoneras y por tener estas máquinas pude responder a la demanda.
¿Vos misma desarrollaste la máquina de lavar?
Sí. Mi abuelo y mi papá, que estudiaron en un colegio técnico industrial, tienen un taller. Mi abuelo se dedica a arreglar herramientas y maquinaria agrícola, cosechadoras, tractores… así que tienen de todo y ahí surgió la máquina de lavado.
Suena muy positivo el interés de una empresa como Michelín. ¿Cómo llegaron a vincularse?
Estaban buscando emprendedoras que reciclen y a través de Mujeres y Caucho, donde conocí a Patricia Malnati, de JOMSALVA, me encontró el Grupo Michelin. Yo también andaba buscando compradores al por mayor para crecer. Fue un encuentro muy positivo para las dos partes. Hicimos una reunión en la empresa, nos conocimos personalmente y acordamos. Son esas cosas que se dan por crear lazos y redes.
¿Hay más personas trabajando actualmente con vos?
En general soy yo con todo. Los emprendedores somos pulpos, hacemos todo: fabricamos, vendemos y entregamos los productos… Siempre hay manos que me ayudan, pero por lo pronto soy monotributista, arranqué muy de abajo. La idea es crecer y tener una empresa con una estructura más grande, empleados y todo. No es un material sencillo. Mandé a coser a talleres textiles grandes y no es como el jean o la cuerina, que se trabajan con cualquier máquina. Me han devuelto el material mil veces, porque no se puede coser o está mal cortado. Las cámaras tienen sentido cuando están infladas pero desinfladas son algo amorfo. Al cortar el molde, parece que está re deforme y en realidad está bien. Ven un material difícil y no les conviene, porque es un rubro que siempre se ha manejado al por mayor y sirve si es una gran tirada de producción. Hacer diez riñoneras no les sirve, entonces es un trabajo como de “remar en dulce de leche”, viene de a poquito, pero pisando firme.
¿Estás pensando diseñar y hacer otros productos?
Sí! Quiero tener mochilas. Las saqué del mercado porque eran muy pesadas. Ahora quiero que la espalda sea de tela, para alivianar un poco. En su momento me enamoré del caucho y lo usaba para todo, pero tiene sus desventajas. Mochilas es algo que tengo que rediseñar y volver a lanzar. También quiero hacer calzado, bolsitos para la bici, alforjas. Se pueden hacer muchas cosas que todavía no exploré.
¿Los productos se pueden personalizar?
La idea es hacer los diseños, realizarlos y ofrecerlos. Pero, por ejemplo, Michelin me encargó que la producción tenga el logo de la empresa y se mandó al láser. Eso se puede hacer al por mayor con cualquier empresa. Tengo billeteras que tienen bicis o skates o flores, son diseños propios.
Lo recomendamos ya como regalo empresarial…
Sí, está buenísimo porque se trata de un producto ecológico que genera un mensaje y abre la ventana a resolver una problemática. Es más que un granito de arena lo que se aporta. En Argentina se tiran 250.000 toneladas de neumáticos y los productos pueden contar una historia, porque de lo contrario las cámaras terminan enterradas o quemadas. Recién ahora salió la ley de responsabilidad de tratado de neumáticos y la responsabilidad extendida al productor, son cosas que van a ir concientizando.
¿Cómo te pueden ubicar quienes quieran comprar tus productos o acercarte cámaras en desuso?
A través de las redes sociales, pueden buscar “Materia Prima”. Ahí pueden hacer los pedidos y en quince días los entregamos. A medida que siga creciendo la producción, la idea es tener el stock definido para entregar de inmediato. De la misma manera pueden contactarme si quieren acercar cámaras.