Si bien Argentina ostenta una larga tradición emprendedora, su compleja y desafiante economía presenta obstáculos significativos. La elevada presión impositiva, la persistente inflación y la volatilidad de los precios son algunos de los desafíos que dificultan el desarrollo empresarial en el país
Sin embargo, a pesar de estos retos, los emprendedores argentinos han demostrado una notable capacidad de superación y resiliencia. Cada año, numerosas personas lanzan sus iniciativas y muchas de ellas, logran alcanzar el éxito.
En el ámbito de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), específicamente en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE), se encuentra la Usina de Ideas, un programa que ofrece apoyo para el crecimiento de los emprendimientos. Durante los últimos ocho años, cientos de personas participaron para llevar adelante sus proyectos.
Para conocer su funcionamiento, Ser Industria Radio entrevistó al licenciado en Administración Santiago Salgado, docente de la FCE y de la Usina, quien se refirió a los desafíos y las oportunidades que enfrentan los emprendedores del Gran La Plata. Además, destacó el papel crucial de las universidades en el fomento de un entorno propicio para el desarrollo empresarial y la innovación.
Asimismo, destacó la importancia de comprender y satisfacer las necesidades del cliente como factor fundamental en el proceso de emprendimiento. Basado en su experiencia con emprendedores de diversas procedencias, subrayó la necesidad de promover la diversidad y la equidad en el ámbito empresarial.
¿Cómo nació la Usina de Ideas?
Este programa ha estado funcionando en la FCE durante siete años. Pero su inicio se remonta a 15 años atrás, cuando se inició como un seminario de grado, en respuesta al creciente interés de los estudiantes por emprender sus propios proyectos. En aquella época, alrededor de 2008 y 2009, este tipo de iniciativas no eran tan comunes en el entorno universitario. Inicialmente, se estableció como un curso opcional para los estudiantes, bajo la dirección de Pachi Marino, Nicolás Perazzo, Sebastián Nader y Matías Poggio, quienes fueron los pioneros al abrir las puertas de la Universidad para atender las necesidades de los incipientes emprendedores de la región. Con el tiempo, la comunidad creció y se convirtió en un grupo considerable. Así, se decidió establecer una estructura más sólida, que no se limitará a cuatro meses al año. La facultad apoyó, dió metros de sus instalaciones, para acompañar a los que quieren producir, crear algo y establecer conexiones con otros emprendedores en su trayectoria.
¿En estos años ha cambiado el modelo de emprendedor?
En rasgos generales, antes veíamos que había muchos emprendedores que hacían más productos y ahora cada vez están yendo más por tecnología, por servicios, cosas que tienen más cantidad de horas de conocimiento acumulado. Se inscriben más proyectos, más sólidos y con más tecnología.
¿El emprendedor se inscribe, ustedes seleccionan y después empieza el programa?
A lo largo del tiempo, fue evolucionando nuestra metodología. En la actualidad, entre los meses de mayo y julio, impartimos un curso abierto que atrae a un grupo de entre 80 y 100 emprendedores. Durante este curso, les brindamos apoyo para refinar y finalizar sus proyectos de manera efectiva. En la siguiente etapa, nos involucramos más a fondo con los proyectos, trabajando estrechamente con ellos semana a semana, dedicando un número mayor de horas. Tenemos la capacidad de brindar un acompañamiento sólido a alrededor de 10 a 15 proyectos.
¿Está limitado a los estudiantes de la UNLP?
Es completamente gratuito y abierto a toda la comunidad. El seminario abre las puertas muy fácil y también crea comunidad de emprendedores, porque cursa gente que está empezando. En esa etapa inicial, esos primeros compañeros de ruta son muy importantes porque uno aprende de la experiencia que tuvo otro. Son instancias muy lindas.
¿Se puede hacer a distancia?
Es presencial. En 2020 abrimos el seminario y a la semana siguiente, por la pandemia, se decretó la cuarentena. Dijimos “buena oportunidad para recibir más gente y de una región más extendida”. Pero sinceramente el trabajo codo a codo genera proyectos más fuertes. También, desde la facultad y la universidad, nos interesa dar herramientas para promocionar la región y que haya cada vez más proyectos. Nos dimos cuenta que, de forma presencial, se trabaja mejor y se obtienen mejores resultados.
¿Cuáles son las principales dificultades que enfrentan los emprendedores al comienzo?
Primero que empezaron a hacer sin reflexionar. Eso nos pasa a todos. Estuvieron metiendo cabeza un par de meses y después se dan cuenta que por ahí se asociaron con alguien con quien no debían y tiene el 50%. Así que hay mucho espacio de reflexión con respecto al equipo, eso es un tema muy importante. Después otro punto fenomenal es qué tanto entendieron quién va a ser su cliente, para quién están trabajando verdaderamente, quién será la persona que va a decir “pongo plata y compró este producto o servicio”. Si no tenemos bien claro para quién trabajamos, a quién estamos ayudando, es más difícil vender o llegar al “mercado”.
Se dice que se emprende por oportunidad o necesidad. ¿Ahora se hace por vocación o naturaleza?
Sí, existe un interés considerable entre los estudiantes por emprender proyectos. No obstante, este interés no se limita únicamente a aquellos que se unen a nuestro programa. Personas de todas las edades muestran entusiasmo por crear y desafiarse a sí mismos. Nosotros los motivamos a identificar problemas en su entorno. Durante nuestros primeros seminarios, pedimos a los participantes que saquen fotografías de los problemas que observaban en la ciudad. Los alentamos a explorar los problemas que los rodeaban. Algunos los descubrieron el estacionamiento, dificultades para encontrar espacio, la frecuencia de los micros o problemas relacionados con los deliverys. De esta manera, identificaron problemas que tiene la comunidad y trataban de emprender proyectos que ofrecieran soluciones a estos desafíos. Esto refuerza la importancia de comprender para quién trabajamos y a quién estamos ayudando a resolver problemas.
Muchos emprendimientos, sobre todo los tecnológicos, nacen para un mercado global ¿Cómo hacen para definir quién va a ser su cliente?
Eso se mapea, porque uno lo que tiene que hacer es arrancar entendiendo para dónde va. La cuestión es identificar claramente buenos problemas. Siempre separamos si resolvemos cosas a personas o a empresas, porque nos comportamos muy distinto. Una compra de una empresa es más institucional, más “racional”, pasa por muchas capas de decisión. En cambio, las personas actuamos más por impulso, tenemos diferentes gustos. Dependiendo para quién vas a trabajar, se hace el mapeo de qué características va a tener el producto o servicio. Hay muchas formas de investigación de mercado para ver si eso tiene más chances de funcionar o de primera mano ya te dicen tus clientes esto no lo necesito.
¿El objetivo es que salgan con un plan de negocios?
Durante el seminario, enfatizamos la idea de que los participantes ingresan como individuos y salen con proyectos concretos. Nuestro objetivo principal es que los asistentes adquieran una comprensión fundamental del modelo de negocios, entendiendo cómo generar ingresos y mantener el interés de los consumidores para impulsar el crecimiento continuo del proyecto. Esta es la meta esencial del seminario. Por otro lado, la Usina va más allá, superando la mera creación de un plan de negocios al permitir a los participantes elaborar propuestas atractivas para posibles inversores y presentar sus proyectos de manera efectiva. Atrás han quedado los extensos planes de negocios de 100 o 200 páginas que solían explicar los proyectos en detalle. Actualmente, optamos por un enfoque más conciso y práctico al comprender cómo generar ingresos a través de un modelo de negocios más sencillo. Esto facilita mantener la coherencia al desarrollar estrategias, condensando la información esencial en un documento de tan solo cinco páginas que aborda los aspectos más importantes, en lugar de redactar un extenso informe de 200 páginas que detalla la estrategia interna y la asignación de recursos.
A la PyME le cuesta profesionalizarse. ¿Los nuevos emprendedores están más abiertos a adquirir conocimientos en las universidades?
A groso modo, los emprendedores son curiosos. Eso es bueno y está pasando. Usina ideas no es el único espacio que capacita emprendedores de la región, ni del Gran Buenos Aires, hay un montón y somos una herramienta más. Los estudiantes vienen a nuestro programa, toman un curso en una de las academias online, hacen otro gratuito en Harvard. Son gente que está todo el tiempo ávida de conocimiento nuevo.
A lo largo de todos estos años ¿hubo proyectos que te sorprendieron?
Sí, muchos. Desde el ámbito más personal lo que me ha sorprendido más que los proyectos que hemos tenido, es el desarrollo de los emprendedores. Nos ha pasado es que venían proyectos de tres socios y por ahí a los dos años el proyecto se cayó, pero seguían emprendiendo con otra idea. En estos ocho años, hubo proyectos de Usina que los emprendedores vendieron por US$ 10 millones. Hay otros que me gustan mucho, de gente que entró cuando tenía 18 años. Chicos que arrancaron vendiendo pulseritas, después de eso fueron a otro sistema de reservas de restaurantes, después se dieron cuenta de las problemáticas y hoy están desarrollando un sistema de delivery que se llama Vici orientado a ciudades más chicas donde a las multinacionales no les interesa llegar. No sé qué va a ser del futuro de los chicos de Vici, pero cuando tenían 18 años plantamos una semilla, ahora tienen 24 y deben estar generando entre 40 y 50 puestos de trabajo. Nos damos cuenta que la gran mayoría de la gente con la que hemos trabajado sigue emprendiendo o trabajando para otras startups y eso es lo más interesante.
¿Hay más hombres que mujeres emprendiendo?
Eso es un problema. La mayoría son varones y es algo que desde Usina lo estamos cambiando. Incluso este año empezamos a tener más paridad de emprendimientos. Valoramos que haya más chicas emprendiendo porque lo vemos como un problema muy grande. De hecho, si vamos a las grandes presentaciones de emprendedores en Argentina, el 80% o más son hombres.
¿Lo ven como un problema?
Lo vemos desde hace mucho tiempo y sinceramente, en retrospectiva, hace cinco o siete años creíamos que en 2023 íbamos a estar más de 50 y 50. La verdad es que tratamos de tener nuestro recorte para la selección, de visibilizar los casos increíbles que han pasado, pero nos cuesta un montón porque no están llegando emprendedoras.
Se habla de que los PyMEs en sus escritorios tienen millones de dólares en proyectos que por un motivo u otro no realizan. ¿Ven algo similar con los emprendedores?
Desde el comienzo, les aclaramos que deben tener la cantidad de horas disponibles para hacer el programa. Necesitamos dedicación no digo absoluta, pero sí que el equipo esté 15, 20 horas por semana metiéndole al proyecto, porque si no, no avanza. Son un conjunto de meses y tienen que salir con una presentación armada, con un producto mínimo viable.
¿Cómo funciona el coworking dentro de la FCE?
En el primer piso de la Facultad nos dieron la posibilidad de tener una oficina para que vengan los emprendedores a trabajar. Está abierta, no solamente para los 12 proyectos con los que estamos trabajando ahora, sino para la gente de otros años o hasta incluso para estudiantes de la facultad que quieren venir a cranear su proyecto. Está bueno en esa mesa encontrarte con otra gente que está que está emprendiendo, que viene de lados distintos con otros saberes. Tenemos gente que viene del palo de la tecnología, del diseño, la comunicación, de económicas, que estamos más del lado de la gestión. Allí se hacen alianzas y puentes entre los proyectos.
Quiero remarcar algo que dijiste, porque es muy importante. ¿Identificar al cliente es el factor clave a la hora de emprender?
Sí, cada vez estamos diseñando y haciendo más organizaciones “clientecéntricas”. No lo hacemos solamente por una cuestión de bondad hacia el cliente, sino porque es el que elige si vamos a crecer o no. Las organizaciones cada vez tienen que tener más al cliente en el centro y más desde un lado de experiencia porque también es más fácil diseñar las cosas que esa persona quiere. Es un concepto muy importante que a veces no se tiene en cuenta. Tratamos de sacarnos la teoría e ir más a la práctica. Vemos que los proyectos que saben cuál es su mercado, quién es su cliente, crecen más rápido. Por eso dejamos los modelos más antiguos y vamos a los que nos permiten estar probando cosas, hasta que encontramos ese match entre lo que ofrecemos nosotros y lo que demanda la gente.
¿Cómo ves la región en cuanto al desarrollo de emprendedores?
Es una región muy interesante por el conocimiento que hay. Tenemos un conjunto de empresarios y emprendedores bastante capacitados en relación a lo que está pasando en otras regiones del país, tenemos un entramado productivo muy importante. Vemos que los jóvenes tienen mucha voluntad para emprender. Antes veíamos que muchos para empezar sus proyectos se iban al distrito tecnológico de Buenos Aires. Ahora cada vez más personas están eligiendo quedarse en la región. Hay cosas que están funcionando muy bien. Además, las 11 facultades, con 120 laboratorios y centros de innovación, poco a poco están dando frutos.
¿Está cambiando el concepto de La Plata como ciudad administrativa y universitaria hacia un perfil productivo?
Sin dudas. Personalmente considero que ese es el norte. Tenemos que ir a una región cada vez más desarrollada, que tenga más capacidad de generar puestos de trabajo para que todas las personas vivan mejor. Soy muy optimista, estamos yendo para ese lado, veo que se está organizando a nivel de factores productivos y la Universidad está apoyando. Se está escuchando más a los que producen.
¿Cómo funciona el ecosistema a la hora de conseguir inversores?
Depende de qué tan robusto esté armado el proyecto. Insistimos mucho en que el momento más barato para hacer un cambio es cuando se está pensando y todavía no se invirtió plata. Trabajamos mucho en esa parte con gente que está desarrollando los proyectos, es el momento de oro para hacerlo. El año pasado de los 12 proyectos de Usina que hicieron el pitch, cinco recibieron inversión en el verano. Con eso no tuvimos nada que ver, sino que empresarios de la región o fundaciones que conocen Usina se interesaron. Por eso, cuando el proyecto está robusto es más fácil conseguir inversores. Cualquiera, si tuviese que invertir, está buscando proyectos que tengan capacidad de crecer o de integrarse con lo que uno hace.
¿Es un déficit la inversión o está creciendo?
Está volando. Se están generando grupos de inversiones en la ciudad que apuestan por las startups y por proyectos. Es verdad que hay un ecosistema de dinero mucho más grande en capital.
¿Es necesario que La Plata tenga un lugar específico para el desarrollo emprendedor?
El proyecto existe, dentro de la Universidad se apunta a eso. Se está pensando armar áreas para emprendedores, para proyectos de base tecnológica. Cuando digo tecnológico habló de proyectos más científicos. Se está empezando a desarrollar, ahí vamos a tener una buena prueba para ver dentro de nuestra región, qué tanto sube la tasa de crecimiento de las empresas.
Argentina tiene una de las tasa más altas de emprendimientos pero a la vez también de mortandad de esos proyectos. ¿Se puede revertir?
Tenemos problemas macroeconómicos muy grandes y muy pesados que afectan el desarrollo productivo desde hace muchos años. Hay que tratar de darle más espacio a los pequeños desarrollos, pero la mortalidad en Argentina y afuera es similar. Hay que entender también que tenemos un problema histórico en cuanto a la capacidad de ahorros, de material productivo. Corremos con esa desventaja. Por otro lado, tenemos la ventaja del conocimiento que no es menor. El año pasado participé en un congreso vinculado con emprendimientos en Colombia y lo que veía es que el nivel de saberes que tenemos en Argentina es mucho más alto que en otros países de la región. Entonces si bien tenemos esos problemas económicos, esos desajustes, que vienen desde hace muchos años, también tenemos una tasa de saberes y de gente que ha tenido capacitación específica, que ha pasado años por las facultades. Eso te da una materia gris muy diferencial y es uno de los valores más importantes que tienen nuestros emprendedores.
Con tamañas dificultades que tenemos desde hace años, estamos entrenados para superarlas. ¿Es una gran ventaja?
Sí, también me preguntaría ¿qué pasa? Porque cerramos el negocio una vez, nos reinventamos dos, tres veces, pero quedamos muy cansados y es difícil volver a levantarse. Pero con los jóvenes estamos viendo, entendemos que hay un interés enorme por crear proyectos. Desde la FCE, todo el tiempo se están haciendo cursos, capacitaciones abiertas para emprendedores de distintos tipos. Trabajamos con los emprendedores más universitarios, pero también está el área de extensión que trabaja con proyectos más desde la economía popular. Es importante invitar a la sociedad a que utilicen todo ese arsenal de cursos y capacitaciones abiertos de la universidad y de la facultad porque todos tenemos el mismo interés que es seguir desarrollando la ciencia, la patria y lo que pasa en el territorio.