Estamos en un periodo de constantes cambios. Las nuevas tecnologías, el cambio climático y los vaivenes económicos, por nombrar algunos, tensionan a las industrias y las obligan a adaptarse. Entre los desafíos estructurales más relevantes de estas industrias está la atracción y el desarrollo de talento. En ese sentido, la minería en Chile destaca como un referente en gestión por competencias, tanto a nivel técnico como transversal.
Este no es un posicionamiento casual: es el fruto de una construcción sistemática, colaborativa y de largo plazo, que ha permitido definir estándares exigentes y ampliamente reconocidos. Uno de los pilares que sustentan este modelo es el trabajo impulsado por la Alianza CCM-Eleva, instancia que ha logrado articular a empresas, centros de formación y actores clave del ecosistema para construir un Marco de Cualificaciones Minero robusto, transparente y alineado con las necesidades reales del sector.
Este esfuerzo ha permitido establecer perfiles ocupacionales claros, mapas de ruta para el desarrollo de carrera, y programas de formación ajustados a los desafíos actuales y futuros de la industria.
Lo que hace único al enfoque minero es su nivel de exigencia y rigurosidad, especialmente en dimensiones críticas como la seguridad operacional, espacio en el que las competencias no son negociables. Las certificaciones, entrenamientos y evaluaciones por competencia se han transformado en una práctica habitual, no solo para cumplir con estándares regulatorios, sino que para garantizar entornos de trabajo más seguros, eficientes y sostenibles.
Como CircularHR, consultora de capital humano de Fundación Chile, hemos venido acompañando procesos de transformación de diversas industrias. Y nos hemos dado cuenta cómo sectores como la energía, la logística o la manufactura miran a la minería como el “gold standard” en materia de gestión de capacidades. Este liderazgo se vuelve todavía más relevante en un contexto donde la transformación digital, la automatización y los criterios ESG están redefiniendo lo que entendemos por talento preparado.
El desafío ahora es escalar este modelo hacia nuevas áreas dentro de la minería, y al mismo tiempo, abrir espacios de colaboración con otras industrias. Cuando una industria como la minera comparte su experiencia en gestión del conocimiento, no solo eleva su propio estándar: contribuye a profesionalizar y modernizar el desarrollo del capital humano a nivel país.
La minería chilena ha demostrado que es posible tener una mirada estratégica, rigurosa y colaborativa sobre el talento. Y en esa ruta, se convierte no solo en líder de producción, sino que en un referente de excelencia organizacional. Si queremos desarrollar de mejor forma el capital humano de Chile es momento de reflejarse en el espejo de la minería.