Innovador equipo de filtrado permite el acceso a agua segura a comunidades vulnerables

Una joven investigadora creó un sistema económico para obtener agua apta para el consumo humano.

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2 julio, 2024

La vida en las grandes ciudades nos acerca servicios que, al ser habituales, nos alejan de las graves consecuencias que generan no tenerlas. En los centros urbanos, es normal abrir una canilla y que corra agua potable, al punto que no se dimensiona lo que implica vivir sin este recurso.

Sin embargo, en Argentina y en el mundo, millones de personas no pueden acceder al elemento vital en condiciones bacteriológicas aptas para beber. Ante esta situación, Gabriela Delgado, investigó y trabajó mucho hasta crear NoBac, un sistema filtrante para el tratamiento y acondicionamiento del agua no potable. Su esfuerzo fue reconocido, certificado en investigación de Bioproducto por el ministerio de Economía de la Nación y declarado de Interés Municipal por la comuna de La Plata.

En su visita a Ser Industria Radio, la profesional platense hizo referencia a su paso por la Universidad Nacional (UNLP). donde se graduó como licenciada de Artes Plásticas. También repasó los pormenores del desarrollo de este proyecto, que brinda una alternativa económica, segura y sustentable.

“Es una problemática que se está visibilizando cada vez más, concientizando tanto acerca de la problemática a nivel salud como medioambiental y cómo afecta el no tratamiento de aguas o el mal uso”, afirmó la creadora de NoBAc.

¿NoBac potabiliza todo tipo de agua?

No usamos el término potable porque en ese caso tendríamos que cubrir todos los contaminantes que puede haber en el agua, descritos en el capítulo 12 del Código Alimentario Argentino. Básicamente, hacemos desinfección bacteriológica a través de un componente que se coloca en el sistema filtrante del equipo. Eso genera la acción bactericida. Para ello usamos agua lavandina o pastillas de dicloroisocianurato de sodio, que liberan cloro igual que si fuera el agua lavandina. Hay ventajas comparativas de un producto con el otro, pero los dos son de venta libre y de fácil acceso.

¿Cómo llegaste de las Artes Plástica a NoBac?

Antes de ingresar a Bellas Artes, estudié dos años Agronomía e hice pasantías a zonas rurales. Al convivir con distintas familias observé que una de las principales problemáticas es la falta de acceso al agua segura. La hervían y para eso debían hacer fuego porque en el campo por lo general no hay gas. Después esperaban que se enfríe. En ese momento, no tenía las herramientas para pensar en ninguna alternativa, ni conocía de tecnologías. En Bellas Artes hice un curso de filtros de cerámicos. Así comencé y me fanaticé, porque es un tema que más allá de ser muy complejo, es súper interesante y muy lindo de trabajar, porque se conoce mucha personas con distintas realidades.

¿Con quiénes hacés el trabajo?

Ahora somos un equipo familiar e interdisciplinario, con mi mamá y mi hermana. Previo a eso trabajaba colaborando con algunos grupos de la Universidad o de fundaciones con los cuales hemos llevado distintas pruebas piloto en territorio. Hicimos distintos diseños, testeos, hablamos con las familias. Así se hacen procesos de cocreación, complejos porque a veces no se tienen todas las herramientas. Estuvimos mucho tiempo complicados con el tema de los contenedores, porque los formatos comerciales no son los que necesitamos. Eso requiere todas cuestiones de hacer matricería propia para sacar un diseño que sea lo más ergonómico posible para generar mayor funcionalidad en el equipo, el tiempo de filtrado y la comodidad de la familia en el uso. Un montón de cuestiones se entrelazan, no es una sola una sola técnica, ni estrategia que hay que abordar para que el proyecto funcione. Es casi imposible lograr un desarrollo que salga bien al 100% de una.

El equipo de NoBac desarrollado por Gabriela Delgado.

¿Cuántas personas carecen de agua apta para consumo en nuestro país?

Según el último Censo Nacional del 2022, cerca de 7 millones no tienen acceso a agua de red. Encontramos distintas problemáticas, porque pueden acceder a distintas fuentes de agua, de lluvia, pozo, río, vertientes, deshielo…

¿Y en la provincia de Buenos Aires?

Es muy complejo precisar, porque depende de qué se analice. Si abordamos solo los barrios populares, estamos hablando una población de alrededor de más de 2.5 millones de personas sin agua de red y en total serían unos 4 millones de bonaerenses. El censo arrojó un montón de información, con muchos mapas súper localizados. También en el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) están detallado los distintos tipos de fuente de agua y los porcentajes a los que accede cada municipio. La infraestructura no llega a todos los lugares por un tema de costos, pero hay que buscar medidas paliativas.

¿Qué debe tenerse en cuenta a la hora de filtrar el agua?

Siempre previamente hay que tener análisis, porque si queremos tratar agua de río, primero hay que realizar un análisis físico químico para saber si hay otros contaminantes presentes y no solo el tema microbiológico o bacteriológico específicamente, porque si no estaríamos pensando que estamos tomando un agua de calidad y cuando no lo es. Si bien el proyecto se inició con el tema bacteriológico, la idea es continuarlo para otro tipo de aplicaciones como arsénico. Es la segunda etapa del proyecto, pero todo lleva tiempo y dinero. Lo bueno es que hay materiales ya desarrollados para la retención de arsénico. Es cuestión de hacer muchas pruebas piloto en territorio, ver filtrados, duración de las resinas… Los materiales existen, por eso no buscamos desarrollar un material nuevo. Lo mismo pasa con métodos de desinfección, todo está categorizado.

¿Las pruebas se hicieron sólo en Argentina?

También hicimos en Perú hace un par de años. Fue muy interesante porque cambiaban las características del territorio, la población y las costumbres. Hubo que readaptar el equipo y hacer muchos cambios más para llegar a la tecnología que tenemos hoy. Fue una experiencia muy enriquecedora y valiosa, apoyada por la Asociación Madre Coraje, de recursos españoles y la Asociación Salud sin Límites de Perú, que tienen un trabajo de fondo impresionante.

Los equipos de NoBac tienen capacidad para 5 y 20 litros.

¿El trabajo ya está sistematizado?

En cuanto a los dispositivos, tenemos uno con una capacidad de 20 litros y otro de 5 litros. Son volúmenes pequeños para que las familias lo puedan cargar de una manera sencilla. El equipo de 20 está pensado para pequeñas escuelas rurales, cooperativas, grupos comunitarios. El de 5 para el interior de una vivienda, para que la familia se abastezca y la pueda acondicionar de manera sencilla. Trabajar grandes volúmenes es mucho más complejo.

¿Cómo es el proceso?

Primeo se coloca el agua, después el agente desinfectante. Si usamos la pastilla de la empresa PIAM, la única que se fábrica a nivel nacional, al ser efervescente no hay que mezclarla. Después de media hora, el agua está desinfectada. En el equipo se abre una llave de paso que está ubicada en la parte inferior y el agua circula por el cartucho que tiene carbón activado de cáscara de coco. Eso declora el agua, lo tienen todos los filtros comunes de las marcas conocidas que son para agua de red.

¿Hay personas utilizando el sistema?

Sí, el año pasado, gracias al grupo solidario Integración Neken Nanju de La Plata, que hacen un gran trabajo comunitario en el impenetrable del Chaco Salteña se entregó un equipo. A su vez, la empresa PIAM donó para que tuvieran cobertura por cinco años de pastillas desinfectantes. Donamos el equipo y lo están utilizando. En breve vamos a mandar un segundo equipo, porque si bien son pocos chicos, la realidad es que es mucho mejor tener dos equipos. Además, hace varios años hubo una experiencia grande en la que se hicieron 50 equipos en una cooperativa de pequeños productores de Poriajhú que continúan usando en la región del Chaco. También un familiar está utilizando otro equipo, pero todavía no lo podemos comercializar. Esperamos que este año se puedan realizar los registros necesarios, tenemos toda la parte del taller productivo y demás con las habilitaciones correspondientes, pero siempre falta alguna cosita más para hacer.

¿Cómo se financia este desarrollo?

Prácticamente con fondos familiares. Se han dado situaciones, en su momento con la fundación Essen, donde una cooperativa recibió fondos y pudieron fabricarse los equipos. También la fundación Alimentaris colaboró para realizar un proyecto en el Impenetrable. La UNLP con proyectos de voluntariado ha hecho colaboraciones.

NoBac, un sistema filtrante para el tratamiento y acondicionamiento del agua no potable.

Pese a ser una solución de alcance sanitaria, ¿es difícil acceder al financiamiento?

Hay muchos fondos de financiamiento, pero no pensábamos que fuera un proyecto para comercializar, sino para que se fabricara en distintas comunidades. Cambiamos ese tema porque muchas veces es complejo el tema de calidad en los materiales. Por lo que es más simple tener todo el stock de materiales localizado en un lugar, cumpliendo todas las cuestiones de registros que hay que tener a nivel legal en Argentina y en cualquier otro país. Hicimos una búsqueda de financiamiento durante mucho tiempo. Trabajamos de otra cosa, antes le dedicaba mucho tiempo, pero no el 100% como ahora que cada vez estoy más pendiente. Hay muchísimos fondos, pero están más focalizados a innovación como biotech, hightech… Esto es algo rústico y no hay tantas líneas de financiamiento. Se habla mucho de la inclusión social, de cocreación y de muchas cosas, pero la realidad muestra que no hay mucho apoyo desde el Estado. Se buscan cosas que puedan tener otro tipo de proyección y mayores ganancias. Recién este año nos vamos a focalizar en el tema de financiamiento para fabricar la matriz del modelo de 5 litros.

Derrochamos agua potable para lavar autos o veredas. ¿Se busca generar conciencia al respecto?

Estamos más focalizados en el tema de salud y de concientizar acerca de las buenas prácticas. Pero uno piensa en el señor del edificio que con la manguerita corre la hojita, jugando con el agua y toma conciencia. No tenemos tanta gente en el equipo para tratar y focalizar todos los temas que nos gustaría, pero es súper importante que se concientice sobre el uso responsable. También hay pérdidas que están días y días, son de miles de litros que se van tirando como si nada.

¿Vas a dedicar todo tu tiempo a este emprendimiento?

Trabajo de otra cosa, soy fabricante de juguetes. En esta realidad es muy complejo pensar en vivir solo de los filtros, aunque estoy muchas horas en el tema. Desde el año pasado nos está ayudando la fundación INCUTEMI de la provincia de Misiones, con mentorías y la elaboración del plan de negocios. Es difícil, porque muchas veces la gente no prioriza la mejora de la calidad de agua. Basta sacar la cuenta de cuánto se gasta por año en comprar agua envasada. Comprando uno de estos filtros se paga mucho menos de la mitad y al año siguiente solo se deben comprar los repuestos, porque nuestro equipo está pensado para una vida útil no menor de cinco años.

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