Por la falta de competitividad, caen exportaciones de cítricos

10 septiembre, 2015

En 2008 Argentina era el primer exportador de mandarinas del hemisferio sur y hoy casi fue borrada de los mercados. La caída, del 70 %, sumada a la de las naranjas de un 90 %, refleja cómo se precipita al vacío una actividad de alto impacto social. La citricultura no es asunto de terratenientes sino de familias. El 80% es agricultura familiar pura, en superficies de 20 a 30 hectáreas. Del sector dependen las familias de más de 2.000 productores, y de unos 40.000 trabajadores entre empleados directos e indirectos, y de cientos de proveedores de servicios e insumos.

La crisis internacional no parece ser la culpable. Uruguay, con una fruta de similar calidad, y en el mismo contexto mundial, ha conseguido ingresar en los potentes mercados de Brasil y Estados Unidos, y Perú no para de crecer.

“Toda la actividad está mal, la exportación, el mercado interno y también la fruta para industria”, dijo Hugo Rodríguez, Presidente de la Cámara de Exportadores de Citrus del NEA.

Hoy, algunos exportadores venden al exterior a pérdida, para no perder los mercados y con la esperanza de que la situación cambie. A la gran mayoría no le queda otra alternativa que tirar fruta de calidad internacional, porque no le pagan nada por ella en el mercado interno, e intentar venderla al mundo lo hunde en la bancarrota.

El costo de producción y cosecha asciende a $1,50 por kilo, mientras que el precio de venta en el mercado interno es de $0,50. En góndolas la fruta es vendida al consumidor final argentino a $10 el kilo. Al productor le pagan 0,50 lo mismo que el consumidor final compra a 10.

“Soy productor chico. Los funcionarios nos dicen que nos dediquemos a otra cosa, pero ¿qué vamos a producir?, ¿verduras, pollos, arroz? Si todos se están fundiendo, resaltó Javier Silvestri, Presidente de la Asociación de Cítricos de Chajarí.

Combinación

La crisis combina varios factores. A la desaparición de la rentabilidad, se suma el atraso cambiario. Rusia, principal comprador de mandarinas, devaluó 92% en los últimos 12 meses. Europa el 20%. Elevados aranceles de exportación, entre 16 y 23%, mientras que los competidores lograron arancel cero. Imposibilidad de acceder a mercados rentables, como USA y Brasil. Inflación en dólares y excesivos costos internos. Presión tributaria y atraso en el cobro del IVA y reintegros. No hay créditos que permitan la reconversión. Productores de países competidores tienen créditos al 5% anual. Aquí, si es que se consiguen, al 30% anual. También se considera la ruptura de la cadena de pagos, con concursos de acreedores y quebrantos y la carencia de recursos para afrontar la cura de las plantas, con el consiguiente riesgo de que Argentina pierda el estatus de país libre de HLB.

A la hora de pensar en soluciones de fondo, las entidades del sector coincidieron en la necesidad de obtener créditos a tasa blanda y con períodos de gracia, diseñados en función de un cultivo perenne.

Apertura de mercados, y gestión urgente para abrir los de Estados Unidos y Brasil.

Dólar diferencial para la fruta. Reforma tributaria, que adapte la presión fiscal a las características propias de la actividad. Diferimiento de las obligaciones tributarias del año 2015 para 2016, con planes en cuotas.

Estímulo a la incorporación de más mano de obra registrada mediante una atenuación de la carga tributaria, reconociendo en el citrus a unas de las pocas actividades económicas cuya mano de obra artesanal es insustituible. Ni la cosecha, ni la poda ni el raleo pueden ser hechas por máquinas.

Auxilio del Estado para la adquisición de productos que permitan curar y abonar las quintas.

Autorización a los exportadores para cancelar obligaciones tributarias con el saldo técnico de IVA.

Cobro automático del IVA y reintegros.

Tratamiento de la Ley de Creación del Fondo Nacional Citrícola.

Devolución a los productores del capital de trabajo perdido en 2015, estimado en $1.800 millones, imprescindibles para que se eviten los inminentes quebrantos y se pueda continuar con la actividad en la próxima temporada, curando y preparando las quintas. Tal cifra, crucial para salvar a la citricultura, resulta irrelevante para el gobierno nacional, si se compara con los beneficios que otorga a otros sectores de la economía. Por ejemplo, favorece a la industria electrónica de Tierra del Fuego, exceptuándola del pago de impuestos por $23.500 millones al año. Modificación del artículo 26 de la Ley de Impuestos Internos, para elevar el porcentaje de jugo natural en las bebidas sin alcohol a base de frutas.

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