A principios de los noventa, comenzó la tensión en el Astillero Río Santiago (ARS) por un fundado temor de ser alcanzado por la ola de reestructuración de los mega astilleros estatales mundiales. En estas últimas décadas, prácticamente los astilleros públicos del planeta redujeron sus planteles a la tercera parte, duplicaron sus producciones y así llegaron al equilibrio para sobrevivir en el nuevo sistema económico global.
En el ARS pasó exactamente lo contrario: el plantel se triplicó, la producción bajó a la mitad y el déficit promedió los 170 MMusd anuales, uno de los mayores del mundo.
Desde los años noventa ningún gobierno (menemista (x2), radical, duhaldista, kirchneristas (x3), ni actual) ha hecho absolutamente nada positivo por esta actividad ni por solucionar el ¨tema ARS¨. Todo lo contrario.
En el nuevo siglo, la tensión se mantuvo acallada a pesar de que era evidente la disparidad con el mundo real. Otros astilleros públicos regionales con planteles muy inferiores lograban beneficios económicos con producciones muy superiores y niveles de productividad 12 veces mejores que el ARS. A nivel local, se cumplió la Ley de Pareto ya que el ARS, con el 80% del empleo, representó sólo el 20% del valor industrial naval nacional.
A lo largo de muchos años, el Estado, desinteresado por la industria naval en general, fue perdiéndole confianza al ARS. Por eso le restringió contratos, garantías, financiamiento y recursos para inversiones. Se limitó sólo a entregarle puntualmente un enorme subsidio para ¨mantener la paz social¨ en la región.
Pero, como se ha visto en estos días, eso ya no es suficiente, a pesar de que el salario medio del ARS (1MM$ anuales) es más del doble del promedio estatal y que casi no hay producción.
¿Qué ha cambiado entonces con esta administración respecto de las anteriores?
Para explicar la muy fuerte protesta actual del ARS, al menos hay dos situaciones nuevas:
Además de continuar las mismas pésimas políticas navales que sus antecesores, este gobierno tomó medidas muy irritantes, que nadie antes se había animado. Ninguneó a los argentinos al vetar los aspectos claves de la ley de industria naval y al comprar inconvenientemente en el exterior, y sin licitación, barcos para el Estado por 500MMusd que podrían hacerse en astilleros públicos o privados nacionales a menor precio. Esto enfureció, con razón, a toda la industria naval nacional, incluido el ARS.
En las últimas semanas, por primera vez en la historia, aparecieron denuncias de ¨corrupción explícita¨ en el ARS. La prensa y el gobierno denunciaron graves casos que involucran a dirigentes sindicales (ATE Ensenada), lo cual se percibió como una agresión y una forma de preparar el terreno para la reestructuración.
Más allá de las verdaderas razones de la protesta de estos días, lo cierto es que la solución del ¨tema ARS¨ pasa muy lejos de un tema industrial; es eminentemente un tema político partidario, fogoneado desde la intendencia de Ensenada y del manejo de grandes recursos económicos.
Debe haber una política industrial naval que incluya un ARS redimensionado, moderno, con un rol productivo claro y financieramente equilibrado, como el resto de los astilleros estatales de la región y del mundo actual.
Déficit estructural, corrupción, falta de política de desarrollo industrial. Es la Argentina que se empieza a mostrar tal cual es. Pero que también debe dejar de ser así.
Por el ingeniero naval y mecánico Raúl Rafael Podetti, coautor de ¨Industria Naval Argentina – 100 Años (1937-2036)¨
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