Luego del discurso pronunciado por el Presidente Javier Milei en la Unión Industrial Argentina (UIA), en conmemoración del Día de la Industria, dirigentes de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs), elevaron sus voces de alerta.
Uno de ellos fue Daniel Rosato, presidente de Industriales PyMEs Argentinos (IPA), quien calificó de “preocupantes” los dichos del mandatario nacional y consideró que se debe “controlar de manera inteligente el comercio exterior”. Hizo referencia a lo que “hacen Estados Unidos o Europa que “aplican barreras arancelarias” a los productos chinos.
En el mismo tenor se expresaron otros dirigentes que temen que se abra la economía antes de que se produzca la recuperación de la actividad económica.
“Milei prácticamente le dijo en la cara a los industriales, en su casa, que hacen productos de mala calidad y caros. Y ahora que viene un gobierno de apertura de las importaciones, lo que van a hacer es importar todo lo que puedan importar”, sostuvo el presidente de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales (ENAC), Leo Bilanski.
Agregó que “las que no van a poder sobrevivir a esa situación son las pequeñas industrias, que no tienen espalda para producir, importar y cambiar de modelo cuando cambia el Presidente. Es lo que pasó en estos seis primeros meses con la destrucción de 10.000 PyMEs“.
Duro discurso
Ante los empresarios nucleados en la UIA, el presidente celebró el recorte de 10 puntos porcentuales al Impuesto PAIS que rige desde ayer y ratificó que en diciembre el tributo dejará de existir.
Remarcó que se trata “de un nefasto impuesto creado por el kirchnerismo bajo la excusa de que sería temporal y sin embargo se cansaron de prorrogarlo sistemáticamente”.
“Bienvenidos al momento histórico en el que una administración dijo que lo creaba de manera transitoria y hoy se hizo esa baja. Es la primera vez en la historia y no solo eso, sino que en el mes de diciembre se termina”, agregó.
Asimismo criticó con dureza las políticas industriales implementadas en las últimas décadas, argumentando que estas no solo fracasaron en su objetivo de desarrollar un sector competitivo, sino que generaron un sector industrial adicto al Estado.
Subrayó que las medidas proteccionistas, como “los subsidios, exenciones tributarias y aranceles elevados, terminaron por convertir a la industria en una carga para la economía, ya que esta depende completamente del financiamiento estatal, el cual proviene en gran medida de las exportaciones agropecuarias. Este modelo, señaló, es una de las raíces de las crisis económicas estructurales que el país ha arrastrado por más de un siglo”.
Perjuicio
El Presidente señaló que “para proteger a la industria se le robó al campo. Y esa protección lo único que generó es un sector industrial adicto al Estado”. Además, sostuvo que estas políticas industriales “lejos de beneficiar a la economía en su conjunto, tuvieron un efecto perjudicial sobre el resto de la sociedad. Por un lado, encarecieron los productos, obligando a los argentinos a pagar más caro por bienes de menor calidad, lo que redujo su capacidad de ahorro e inversión. Por otro lado, estas políticas distorsionaron los precios relativos y fueron una de las causas de la persistente inflación que afecta al país, generando un entorno en el que ningún sector puede prosperar de manera sostenible”.
Por último, propuso que la mejor política industrial no es la intervención estatal, sino la implementación de una sólida política fiscal y monetaria que garantice estabilidad económica. “Ningún país quebró por abrirse al comercio internacional. Todos los que lo hicieron progresaron, de hecho. ¿A quién se le puede ocurrir semejante disparate? Y lo único que es pernicioso para el desarrollo industrial es tener un Estado elefantiásico montado a sus espaldas”, añadió.
Fin de la obra pública
Paralelamente, el ministro de Desregulación del Estado, Federico Sturzenegger, afirmó, ante un auditorio de empresarios convocados por la Fundación Mediterránea que “la obra pública no vuelve más”.
En ese sentido consideró que el manejo poco claro de los fondos destinados a ese fin. Puso como ejemplo que existía un préstamo de organismos multilaterales por US$ 1000 millones “para hacer alcantarillas”.
Se preguntó: “¿El Estado necesitaba eso?” y denunció que “había un grupo de funcionarios que iban vendiendo las obras por los municipios y las provincias”. Así, la obra pública era un mecanismo de corrupción y sometimiento político. Hacía falta decisión para eliminar todo eso de un saque. Javier Milei lo hizo”.