Que el esfuerzo no termine en decepción*

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5 julio, 2020

Un tercio de la población argentina, atraviesa en medio del frío invierno, la peor parte de la pandemia. Días en los que hay números que impactan, preocupan y asustan. Aumentan los contagiados y fallecidos por el Covid- 19. 

Es curioso ver los programas de Televisión, dónde algunos colegas parecen celebrar todos los mensajes apocalípticos que les permiten elaborar esos datos estadísticos. Se gastan horas dialogando con opinólogos, comparando livianamente lo que pasa en Capital y Provincia de Buenos Aires. Los planteos pasan por dramatizar sobre cuál de los dos estados está peor, tiene más camas ocupadas o camina al borde de un colapso sanitario.

Parecen olvidar que detrás de todo hay personas, familias, empresas. ¿Festejan desgracias ajenas? ¿Les gusta agitar la desesperanza? ¿Quieren meter miedo? Son las preguntas que se hacen muchos ciudadanos cuando ven estos programas.

Para sumar, como suele suceder en los primeros días de cada mes, esta semana nos abrumaron con otros números. Porcentajes de inflación, canasta de alimentos, pérdida de empleo, comercios que no van a volver a abrir, empresas que no pueden producir, bajas del PBI, indicadores industriales negativos…Los números son tantos que nos llevaría muchas horas procesarlos. No aportan un sólo dato positivo.

No podemos negar que son referencias de la crítica realidad, pero tampoco debemos olvidar que no representan toda la verdad. Son miradas intencionadamente parcializadas.

¿Alguien nos dice cuántos argentinos trabajan desde que sale el sol en el campo?

¿Nos hablan de los que se embarcan de madrugada para ir a pescar en medio del mar? ¿De los que se exponen por vocación en los hospitales, los que trabajan en los supermercados, los camioneros, los agentes de seguridad, entre otras actividades esenciales desde el primer día de la pandemia? 

¿De los que muy temprano, aunque llueva a cántaros, tienen que cruzar calles de barro, tomar el tren o caminar para ir al laburo o de los miles de voluntarios que juntan y distribuyen alimentos, ropa de abrigo, en muchas ciudades del país?

No sabemos cuántos son, pero sí que son muchísimos. Sólo pensemos que, en medio de esta crisis global, en Argentina se siguen produciendo alimentos, elementos de higiene. Los negocios son abastecidos y no se cortó la exportación de carnes, ni granos, entre otros productos.

Es bueno que miremos la totalidad. Hay dos tercios de argentinos, más de 30 millones, que están retomando sus actividades.  Vuelven a trabajar, a producir. No es fácil, pero lo hacen con fe renovada.   

Somos lo que creamos y si nos seguimos alimentando de mensajes negativos, la realidad no va a cambiar. Tenemos décadas de experiencia para saber lo que no debemos repetir. Si sólo hablamos de lo malo, los buenos tiempos nunca van a llegar.

Somos muchos millones los argentinos de voluntad inclaudicable. Los que sabemos que en este país todo está por hacerse y que es inexplicable que haya gente sin trabajo y con hambre.

Los argentinos estamos acostumbrados a hacer esfuerzos y podríamos escribir bibliotecas sobre ello. Experiencias, reitero, nos sobran.

De todos depende que esta vez, que el esfuerzo no termine en decepción.

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