En un contexto de crecientes costos y una conciencia ambiental cada vez más fuerte, las empresas enfrentan un desafío crucial: cómo reestructurar su matriz energética para garantizar su solidez y sustentabilidad a largo plazo.
El problema de Argentina es que actualmente su matriz energética depende del petróleo y el gas. Más del 60% de los gigavatios que generamos llegan desde centrales térmicas alimentadas con recursos limitados de origen fósil.
En las últimas décadas hemos estado utilizando energía eléctrica a un precio muy por debajo de los valores internacionales. Eso se traduce en los aumentos actuales de las tarifas de electricidad que hoy afecta a la estructura de costos de las empresas. Anteriormente el costo de la electricidad en Argentina era de 0.02 US$ el kWh a esos valores no era necesario considerar un proyecto de energía solar.
Más allá de que es un tema sensible, es una realidad. El costo actual de la energía en Argentina es de 0.07 US$ el kWh, al comparar con países vecinos como Brasil donde el costo es de 0.21 kWh y en Chile que actualmente paga 0.17 US$ kWh, se observa que aún estamos muy por debajo de los valores de mercado. Con un proyecto fotovoltaico el costo de generar energía para una empresa pasa a ser de 0.035 US$ el kWh por lo que la inversión en energía solar se vuelve un punto interesante a evaluar.
Las empresas en este contexto deben tomar medidas para adaptarse a la nueva realidad económica, si bien no sabemos a qué precio se establecerá el kWh en Argentina, con los valores actuales podemos inferir que la energía solar es una inversión rentable a largo plazo.
El análisis de este tipo de proyectos requiere una revisión de los siguientes puntos:
Reducción de costos energéticos: la inversión en sistemas solares permite a las empresas reducir significativamente sus gastos en electricidad. Al diversificar la matriz energética y reducir la dependencia de fuentes fósiles, las empresas pueden enfrentar los desafíos actuales y prepararse para un futuro más limpio y seguro.
Retorno de la inversión: la vida útil de un sistema fotovoltaico es de 25 años, con los valores actuales de la energía el recupero de la inversión se alcanza en un plazo de entre 4 y 6 años, con lo cual, se obtienen entre 21 y 19 años de energía gratuita y limpia.
La posibilidad de apalancar este tipo de proyectos: existen en el mercado líneas de crédito para financiar obras sustentables en las empresas.
Contribuye a la responsabilidad social corporativa: afianzando el compromiso de la empresa con el medio ambiente y la comunidad.
Independencia energética: la radiación solar es un recurso disponible e inagotable. Aprovecharlo implica ser dueño y generador de tu propia energía.
Conclusión: es momento de que nos sentemos a hablar de alternativas sustentables en la matriz energética y crear bases sólidas para que las empresas puedan proyectar un futuro más estable, asegurando así, su estabilidad. Invertir en energía solar no sólo es una decisión financiera inteligente, sino también una estrategia para garantizar la sustentabilidad de las empresas.
Ser una empresa sustentable es ser una empresa que se consolida.