En el marco del Día Mundial de la Energía, que se conmemora cada 14 de febrero, Fundación Vida Silvestre Argentina invita a reflexionar sobre el rol de la energía en nuestras vidas y su impacto en el ambiente y la economía. En un contexto de veranos cada vez más calurosos, crisis climática y desafíos económicos, es urgente repensar cómo producimos, consumimos y entendemos la energía.
Argentina atraviesa una temporada de calor extremo, con temperaturas récord que incrementan la demanda energética, especialmente para refrigeración. Este escenario no solo tensiona la infraestructura eléctrica del país con implicancias en la economía,. En este contexto, la eficiencia energética y la transición hacia fuentes renovables se presentan como soluciones clave.
La energía no es un fin, es un medio. Es importante recordar que la energía no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar objetivos como la iluminación, el transporte o la climatización. Este cambio de enfoque permite diseñar políticas y estrategias que prioricen el acceso a servicios energéticos de manera sostenible, en lugar de centrarse únicamente en la producción de combustibles.
La fuente más abundante y limpia. Las fuentes de energía renovable, como el sol y el viento, son las más abundantes en el planeta. Desde que ingresamos en la era industrial, los humanos dependimos de los combustibles fósiles porque la tecnología para aprovechar las renovables no estaba lo suficientemente desarrollada. Hoy, eso ha cambiado: las energías renovables no solo son viables, sino que son más económicas y no contaminan el ambiente. Argentina tiene un enorme potencial para desarrollar estas fuentes y reducir su dependencia de los combustibles fósiles.
El principal enemigo del clima. Los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) son los principales contribuyentes al cambio climático. Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y limitar el calentamiento global a 1,5°C, es esencial eliminar gradualmente su uso hacia el 2050. Esto implica abandonar primero el carbón, luego los combustibles líquidos y finalmente el gas natural. La transición energética no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad económica y social.
Eficiencia energética. La mejor energía es la que no se consume. La eficiencia energética es la solución más rápida, económica y sencilla de implementar. Pequeños cambios en nuestros hábitos, como ajustar la temperatura del aire acondicionado, usar electrodomésticos eficientes o apagar luces innecesarias, pueden generar ahorros significativos y reducir la presión sobre el sistema energético. Otros cambios dependen de la adopción de políticas energéticas de eficiencia energética, como por ejemplo el etiquetado de eficiencia, entre otras. En ese sentido, podemos decir que la eficiencia energética es el “yacimiento no explotado” de Argentina, con un potencial enorme para reducir costos y emisiones.
Un compromiso colectivo En un contexto donde más del 80% de la energía utilizada en Argentina proviene de fuentes no renovables, es fundamental que todos los sectores de la sociedad se comprometan con la transición energética. Desde el sector público, se necesitan políticas que fomenten la inversión en infraestructura sostenible y la educación ciudadana. Desde el sector privado, es clave impulsar innovaciones tecnológicas y prácticas empresariales responsables. Y desde los hogares, cada persona puede contribuir con acciones cotidianas que sumen al cuidado del planeta. De esta forma, desde 2023 la sede principal de Vida Silvestre funciona al 100% con energía solar, demostrando que es posible reducir la huella de carbono y avanzar hacia un modelo energético más sostenible.
Este tipo de iniciativas no solo contribuyen a la lucha contra el cambio climático, sino que también representan una oportunidad para diversificar la matriz energética del país, reduciendo así la dependencia de combustibles fósiles.
Por eso, en este Día Mundial de la Energía, Fundación Vida Silvestre invita a reflexionar sobre el impacto de nuestras decisiones energéticas y a sumarse a un proyecto colectivo que promueva un futuro más sostenible, justo y resiliente.
