El anuncio de que Vialidad Nacional retomará el control de la Ruta del Mercosur tras la finalización del contrato con la concesionaria Caminos del Río Uruguay SA representa, sin dudas, un giro institucional relevante. Pero para quienes transitamos a diario la Ruta 14, arteria clave para el comercio regional con Brasil, Uruguay y Paraguay, lo urgente no es quién tiene el volante, sino si el camino es transitable. Y hoy, no lo es.
Desde CALIBRE venimos advirtiendo públicamente el grave deterioro de esta ruta, y con razón pedimos que se levantara el cobro de peajes, una recaudación que no se reflejaba ni en mantenimiento, ni en seguridad, ni en señalización. Finalmente, esa demanda fue escuchada y, desde el 7 de abril, los paquetes en las rutas 14 y 12 fueron eliminados. Es un paso importante, pero insuficiente.
Hay tramos donde los baches ya dejaron de ser baches: son cráteres. Hay sectores con huellas tan profundas que provocan maniobras riesgosas y accidentes evitables. Un ejemplo concreto es el desvío improvisado por un puente roto en Cuatro Bocas, donde los conductores deben sortear peligros sin una alternativa segura. Otro caso alarmante: el estado de la Ruta 117, que conecta la 14 con el paso internacional de Paso de los Libres. Está detonada. Literalmente. Ahí ya se han perdido vidas.
Por eso insisto: más allá de la titularidad de la gestión, lo prioritario es salvar vidas.
Vialidad Nacional anunció trabajos de bacheo, desmalezado y señalética, y la colocación de 4.600 toneladas de asfalto. También prometieron grúas para asistir vehículos varados. Valoramos ese esfuerzo, pero sabemos que los procesos licitatorios son largos. Y lo que se necesita ahora no es solo mantenimiento provisorio, sino una intervención profunda y urgente. No podemos permitir que la ruta siga en ruinas mientras se define qué empresa se hará cargo o cuándo se firmarán los pliegos.
La realidad es que vivimos en una especie de limbo: sabemos que las obras llegarán “algún día”, pero ese día no tiene fecha. Y en esa espera desesperante, hay empresarios que pierden dinero, familias que pierden tranquilidad y trabajadores que arriesgan su vida.
Desde CALIBRE seguimos apostando al diálogo. Hemos articulado con Vialidad, con municipios, con el gobierno provincial y nacional. Hemos sido escuchados, sí, pero el resultado concreto aún no se ve. No hemos cortado rutas porque creemos en la articulación institucional. Pero no vamos a bajar los brazos.
El estado de nuestras rutas no es solo una cuestión de infraestructura: es un tema económico, social y humano. Y mientras los pliegos no se concretan, las soluciones llegan a cuentagotas y las decisiones se demoran, el costo lo pagan siempre los mismos: quienes transitan, quienes invierten, quienes trabajan.
Porque al final del día, esto no se trata de plata ni de licitaciones. Se trata de vidas humanas. Y no hay más tiempo que perder.