Juan Manuel Santos consiguió la noche de este domingo el 50,9% de votos frente al candidato uribista, Óscar Iván Zuluaga, abanderado de la mano dura contra las FARC, que se quedó en el 45%, lo que muestra la brecha que se ha abierto entre los colombianos que decidieron respaldar el diálogo de paz propiciado por el actual presidente con la guerrilla en noviembre de 2012 y al que el actual mandatario había fiado su carrera política.
El resultado garantiza la continuidad de este proceso, el que más posibilidades tiene de prosperar por los avances que ya ha conseguido Santos, después de tres intentos frustrados que han lastrado la confianza de los colombianos en esta apuesta.
Exultante y rodeado su familia, Santos pronunció un discurso en el que subrayó la trascendencia de la elección. “La historia tiene sus momentos, y este es el de acabar con este cruento conflicto”, dijo. Habló de que la paz es la oportunidad de “emprender profundas reformas” y destacó: “El mensaje de hoy es también para las FARC y el ELN: Este es el fin. Es el fin de 50 años de violencia”. Santos advirtió que el camino “no ha sido, no es ni será fácil”, y se dirigió a los que desconfían del proceso: “Esta no será una paz sin impunidad. Será una paz justa”.
El uribismo y su candidato Zuluaga habían conseguido derrotar a Santos en primera vuelta, agitando la acusación de que el presidente es un castrochavista que ha vendido el país a la guerrilla, y sobre todo el rechazo de una parte de los colombianos a la participación en política de la guerrilla si hay un pacto final. Zuluaga, que en la primera vuelta consiguió el 29,2% de los votos frente al 25,6% de Santos, no reconocía la naturaleza política del conflicto armado.
Las conversaciones de paz no han logrado una gran movilización del electorado colombiano, pero sí han reducido la abstención del 60% de la primera vuelta, celebrada el 25 de mayo, al 53% de este domingo (votaron cerca de 16 millones en la segunda vuelta, de los 33 que estaban habilitados para votar). A esto habría que añadir el voto en blanco, que de un habitual 2% llegó en la primera vuelta al 6% y en la segunda al 4%. En los últimos 16 años, los que salen a votar no han superado el 49% y así Colombia ocupa el primer lugar entre los países abstencionistas de la región.
Santos puede exhibir exitosas cifras macroeconómicas —crecimiento del 4,3%, reducción estadística de la pobreza en 2,5 millones de personas, una tasa de paro en descenso, en el 9,6%— en sus primeros cuatro años de Gobierno, pero todavía Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina y del mundo. El proceso de paz ha acaparado la atención en la campaña, pese a que asuntos como la educación, la inseguridad o el paro figuraban como prioritarios para los ciudadanos en las encuestas.