La transición energética es un fenómeno que ya está en marcha. Impulsados por la innovación, el capital y la regulación, los modelos de negocio están evolucionando rápidamente, forjando nuevas ecuaciones para crear valor, las empresas y los inversores sitúan la descarbonización en el centro de su estrategia, en tanto las presiones de la sociedad y los consumidores las obligan a buscar nuevas formas de colaboración.
Los paquetes de estímulo económico que pretenden fomentar la recuperación post pandemia tienen como objetivo crear economías y sistemas energéticos más resistentes. Esta situación se ha visto exacerbada con el conflicto en Ucrania que ha disparado los precios energéticos a valores históricos y acelerado la transición energética en Europa. En este sentido, industrias como la del petróleo, gas, energía, servicios públicos y productos químicos, convergerán y se convertirán en sistemas energéticos integrados.
“Acertar en el proceso de transición energética es vital en muchas dimensiones: tecnológica, estratégica, medioambiental y económica. El alcance y los beneficios de las inversiones empiezan a ser claros y tangibles. La transición ya está en marcha: si pretendemos que nuestros sistemas estén listos para cumplir con la ambiciosa agenda climática que el mundo demanda, el trabajo debe comenzar ahora”, comenta Hernán Rodríguez Cancelo, socio de PwC Argentina.
De cara al 2030, las energías renovables crecerán exponencialmente, mientras el gas natural lo hace modestamente y el carbón disminuye. Según la AIE (Agencia Internacional de Energía), en 2040, las energías renovables representarán alrededor del 47% del mercado de la electricidad, frente al 29% actual.
La transición de nuestro actual sistema energético tiene un gran impacto: en la actualidad aproximadamente el 14% de la energía producida proviene de alternativas verdes, y para el 2050, representarán la fuerza dominante. Aunque no está claro aun cuándo concluirá la transición, la dirección es clara: aquellas empresas que adopten la descarbonización de sus cadenas de valor tendrán ventajas estratégicas competitivas y duraderas.