Producto de la corriente inmigratoria de finales del siglo XIX y a poco de la fundación de La Plata, se instaló en la ciudad el Molino Campodónico. Desde 1888, no detuvo su marcha y hoy la empresa, es conducida por las generaciones cuarta y quinta de la familia que surcó el Atlántico zarpando desde Génova.
El actual presidente de la compañía y vicepresidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera, Alejandro Campodónico, compartió el aire de Ser Industria Radio, desde el estudio central de 221 Radio FM 103.1. Hizo un breve repaso desde la creación de la empresa a la actualidad. Además, planteó las dificultades y oportunidades que tiene la producción de harina.
Asimismo, destacó la incorporación de tecnología que permite trazar los productos, el compromiso con el cuidado del medio ambiente y la responsabilidad social del establecimiento industrial situado en la capital de la provincia de Buenos Aires.
¿La empresa nació casi al mismo tiempo que la ciudad?
Sí, es una linda historia porque se trata sobre todo de la generación de los años 80, que impulsó la modernización de Argentina gracias al trabajo principalmente de inmigrantes. Mi bisabuelo vino de Génova y recorrió un largo camino hasta llegar a La Plata, donde participó en el proyecto de Dardo Rocha. La ciudad fue fundada en 1882 y el molino en 1888, lo que significa que este año cumplimos 135 años. Como miembro de la cuarta generación, me enorgullece decir que actualmente la gestión está en manos de la quinta generación, representada por Nicolás Gil, cuya abuela Campodónico es nuestra Gerente General. Su presencia nos llena de orgullo porque representa el legado, los valores y la experiencia que hemos ido adquiriendo a lo largo del tiempo.
En tantos años sortearon muchas crisis, como la que estamos atravesando…
Ingresé al molino en la década del 80, cuando la empresa todavía estaba regida por el esquema y de ciclos de empresas familiares. Entre la segunda y tercera generación, es decir, la de mi abuelo y mi padre, todos eran profesionales. Mi padre es médico, Horacio Campodónico abogado, Roberto agrimensor, Jorge ingeniero y Ricardo bioquímico. La propiedad del molino era compartida por los padres y tíos de mi generación. La falta de transición, visión y costumbre en la gestión empresarial resultó en dificultades para que los profesionales mayores se acoplaran a la empresa. Posteriormente, comenzaron a profesionalizar la empresa y contrataron a dos personas, la tía María del Carmen Gibert de Campodónico y Dalmacio Fernández, para trabajar en la administración y la gestión. La cuarta generación, incluyéndome a mí como estudiante de agronomía, mis hermanos y primos, ingresó a la compañía. Recibimos una educación sobre los valores empresariales y la realidad cotidiana de la empresa. Hemos enfrentado innumerables crisis. Argentina ha vivido en crisis desde 1945 y es necesario entender cómo esta macroeconomía, a menudo agresiva, nos afecta. Pero tenemos claro hacia dónde queremos ir.
¿Están trabajando la temática de la sustentabilidad?
La industria molinera es una de las más antiguas de Argentina, hay molinos con más de 150 años. Se establecían en las ciudades y pueblos porque el trigo se cultiva en todo el país. Sin embargo, existe un desequilibrio entre la capacidad instalada, que es de alrededor de 13 millones de toneladas de trigo molido y el consumo histórico argentino oscila entre 5 y 6 millones de toneladas. Esto ha generado una importante capacidad ociosa. Hay más de 170 molinos en el mercado. Grandes como Molino Cañuelas, que tiene más del 20% de participación, pero también cooperativas y pequeñas empresas. Esto hace difícil encontrar los canales y la manera de sacar la producción y generar un circuito de productividad. Históricamente, nuestro molino ha adoptado un enfoque en la calidad y diferenciación, buscando adaptarse a las necesidades de cada cliente. En nuestra visión, la sostenibilidad de la harina orgánica es una de las principales espigas de crecimiento y estamos comprometidos con el cuidado del medio ambiente y la preservación de la cultura. La sustentabilidad y la harina orgánica ya no son temas discutibles. Las nuevas generaciones que pasarán los próximos 90 años, ya tienen esa cultura desde su educación. Nosotros estamos reeducando a la generación mayor y tenemos muy buenos resultados. Ya hemos publicado nuestro primer reporte de sustentabilidad, en el que se destaca la harina orgánica. Somos el primer molino en tener harina orgánica certificada y su trazabilidad permite saber hasta de qué campo vino el trigo, ya que su producción no utiliza ningún tipo de agroquímico. Incluso, estamos planeando incluir un QR en los productos, para que los consumidores puedan conocer el origen de la harina.
Hay capacidad ociosa. ¿Exportar es muy complicado?
Históricamente esta industria demostró una gran capacidad de asociatividad. Se han impulsado muchos proyectos y situaciones beneficiosas para toda la industria. Entre ellas, la creación de un fideicomiso entre los molinos para exportar pellets, lo cual es muy positivo. No obstante, la exportación es un desafío porque el trigo es 80% del costo para los molinos, lo que genera asimetrías con otros países. Además, cuando hay una mala cosecha por sequía, junto con las herramientas de política financiera o económica, como el dólar soja, se generan distorsiones en el valor del trigo. En Argentina, el trigo es caro debido a las retenciones y muchas veces, el productor no vende porque necesita fondos para la próxima cosecha. La falta de incentivos es otro problema que enfrentamos. Actualmente, se está trabajando en conseguir una moneda diferencial porque el molino paga el trigo a una tasa de cambio alta, lo que reduce su competitividad. El presidente de la Federación mantuvo varias reuniones con el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, en busca de encontrar ventajas para el sector. Tenemos la capacidad de generar dólares a través de la exportación de trigo de excelente calidad y con el uso de herramientas adecuadas, para la exportación de valor agregado. Los molinos son una industria que genera mucha mano de obra y agrega valor al trigo, lo que lo hace más competitivo en el mercado internacional, en comparación con la exportación de trigo sin procesar.
¿Exportar trigo o un derivado es ingreso pleno de dólares o requiere alguna importación previa?
Es todo ingreso. Se importan bienes de capital y la tecnología, principalmente de origen suizo-alemán e italiano. Además, existen ciertos productos como blanqueadores y enzimas que también son importados, aunque su uso no es esencial en la producción. La harina es un producto interesante desde muchos puntos de vista, ya que se le agrega una vitamina que ha contribuido a prevenir la espina bífida en los recién nacidos. De manera similar a la leche, la harina también es aditivada con vitaminas, lo que destaca la importancia de este producto en la alimentación humana.
Hablaste de trazabilidad, tema que solemos abordar, como la blockchain. Muchos empresarios lo ven como un gasto. ¿Qué beneficios obtiene la empresa al adoptar esta tecnología?
En cuanto a la sustentabilidad, consideramos que es un programa integral que tiene distintas aristas. En nuestro molino, actualmente estamos comprando el 60% de nuestra energía de fuentes renovables. Además, contamos con un esquema de medición de carbono para evaluar cómo mitigamos el efecto invernadero y estamos en la etapa de planificación para plantar árboles y colaborar con el municipio en mitigar el impacto ambiental. La trazabilidad es un aspecto clave de nuestro esquema productivo y no lo consideramos un costo adicional, ya que garantiza al consumidor un producto de calidad y estable durante todo el año. También nos permite identificar el origen de nuestros productos y nos ayuda en la toma de decisiones productivas. El molino cuenta con diversas certificaciones de calidad e inocuidad y nuestro laboratorio, dirigido por dos profesionales, es fundamental en el análisis del trigo y la harina. El trigo se clasifica por distintos ratios y variables. Por ejemplo, zona de origen y contenido de proteínas, lo que permite utilizarlo para diferentes funciones. Estamos trabajando en la mejora constante de nuestras prácticas productivas para lograr una mayor sustentabilidad en todos los aspectos de nuestro negocio.
Es muy buena esta información y saber que Molino Campodónico es pionero. ¿Lo adoptaron otros molinos del país?
Empiezan a aparecer. En la producción de harina se pueden utilizar diferentes canales y enfoques. En nuestro molino, nos hemos enfocado principalmente en desarrollar un sistema de calidad para las harinas blancas, conocidas como las “cuatro ceros” (0000), así como para los semolines específicos para diferentes producciones. Esta harina blanca y las “0000” son fundamentales para garantizar una producción de alta calidad, lo que se ha convertido en nuestro núcleo de negocio y la razón por la que nuestra harina lleva nuestro apellido. Sin embargo, en el mercado están surgiendo otros tipos de harinas, lo que podría ser considerado como competencia. Esto, en última instancia, beneficia al consumidor. El mercado es capaz de adaptarse a diferentes canales y modelos productivos, desde los que producen grandes volúmenes de harina hasta la harina destinada al consumo en hogares. En nuestro caso, incluso nuestra línea de venta de harina de kilo, recibe el mismo cuidado y atención que las empresas más exigentes en cuanto a los estándares de calidad. El reconocimiento del mercado se alcanza al ofrecer productos de calidad.
¿Cómo afecta la sequía al sector?
El empresario, a menudo tiende a quejarse de todo. Sin embargo, hay algunas medidas que se pueden tomar con el apoyo del Estado para mejorar el bienestar general. Uno de los mayores desafíos de la sequía es la disponibilidad de trigo y harina en el mercado. Para abordar este problema, el gobierno evaluó la cantidad disponible tras la cosecha anterior y garantizó que no hubiera escasez de harina en Argentina. Aunque hay una falta de dólares en la economía, se aseguró que no faltara harina. Se implementó un programa para garantizar el suministro de trigo en el país, lo que resultó muy beneficioso. Sin embargo, la sequía no solo redujo la cantidad de granos, sino que también afectó la calidad del trigo. Además de la sequía, la producción también sufrió una helada tardía, lo que hizo que el trigo no madurara correctamente. Como resultado, las máquinas de molienda no podían procesar las plantas afectadas, lo que redujo aún más el suministro. La sequía también tiene un impacto negativo en la producción agrícola, ya que puede llevar a los productores a desfinanciarse y a cortar el ciclo constante de producción. Esto genera ruidos y distorsiones en el mercado y puede afectar a la producción de trigo y otros granos. Es fundamental apoyar a los productores en todo momento para mantener la producción de granos y así generar riqueza para el país y reducir las asimetrías que existen en la sociedad.
¿Cómo funciona el Fondo Estabilizador del Trigo argentino?
El FETA se creó durante la guerra entre Ucrania y Rusia, que eran los principales exportadores de trigo del mundo. El valor del producto se duplicó y el gobierno decidió crear este fideicomiso para desacoplar el valor del trigo internacional. El FETA tiene varias aristas, pero una de las más importantes es la financiación, que se obtiene mediante una retención adicional a las exportaciones de aceite y harina de soja. Esta retención, que pasó del 31% al 33%, generó alrededor de 400 millones de dólares. El problema principal del FETA fue que, en su camino, pasaron cuatro secretarios de Comercio, lo que generó incertidumbre en la industria. En realidad, se vendía la harina a un precio menor y el Estado devolvía una parte a través del fideicomiso. Los primeros molinos que se registraron tardaron más de 90 días en recibir la devolución, lo que requería un esquema financiero importante. Además, aunque el objetivo era evitar que subiera el precio del pan, la incidencia de la harina en el pan es baja, menos del 20%. Entre otros problemas, el FETA generó asimetrías en el mercado molinero, ya que algunos accedieron a esta herramienta y otros no. Además, hubo empresas que perdieron molienda, lo que afectó a proyectos comunitarios que se basaban en la asociación y en el control de evasión. Hoy el Fondo está desfinanciado, siendo un instrumento jurídico puntual que no se sabe cuánta plata queda de remanente. A partir de noviembre, se elimina el financiamiento del 2%. Por lo tanto, ha generado muchas asimetrías y tensiones en el sector. En última instancia, no redundó en el beneficio previsto de evitar el aumento del precio del pan. Es necesario implementar políticas públicas que beneficien a todos, no solo a algunos.
¿Qué inserción comunitaria tiene Molino Campodónico?
El molino siempre ha tenido un fuerte compromiso social arraigado en su matriz. Desde su fundación, nos enfocamos en estar comprometidos con la sociedad y esto nos ha llevado a involucrarnos en muchos temas importantes. Debido a que la harina es un alimento básico, hacemos todo lo posible por ayudar a quienes lo necesitan. Creemos que lo que más necesita el molino son vehículos adecuados para llegar a donde la sociedad realmente necesita ayuda. Para lograrlo, colaboramos con organizaciones como el Banco de Alimentos y Cáritas. Además, nos hemos abierto a la comunidad. Lo que antes era una manzana desconocida, ahora es el Almacén del Molino, ubicado en la calle 57 entre 1 y 2. El almacén comenzó como una forma de apoyar a los pequeños comercios, como las pizzerías, que usaban nuestra harina, pero durante la pandemia nos reenfocamos y abrimos las puertas directamente a la comunidad. Ofrecemos no solo la mejor harina disponible en el mercado, sino también una variedad de otros productos complementarios, como enlatados, tomates, aceitunas, chocolates, productos lácteos, frutos secos y más. Todo lo que un ama de casa o un ciudadano pueda necesitar. se puede encontrar en nuestros productos.