Sin dudas, el gran mérito para Don Atilio, fábrica creada en Tandil por la familia Magnasco con más de 60 años de tradición quesera es que, a pesar de los vaivenes económicos, supo mantener y mejorar sus normativas de calidad buscando ofrecer un producto de primera línea.
La satisfacción se percibe en cada palabra que pronuncia el titular de la empresa, Esteban Magnasco, quien aportó tiempo e inteligencia para cumplimentar con los más altos estándares de calidad y los requerimientos de la normativa FSMA (Ley de Modernización de Inocuidad de los Alimentos) y de la FDA, agencia estatal de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
En diálogo con Ser Industria Radio, el empresario se refirió a la importancia de esta nueva exportación, la primera de quesos tandilenses tras un paréntesis de diez años y la situación del mercado interno. También destacó el compromiso familiar con la producción y la continuidad de la empresa.
¿Cómo nació Quesos Don Atilio?
Es una empresa familiar con mucha historia. En 1855, mi bisabuelo llegó con sus hermanos a la Argentina y empiezan a comercializar productos de granja. Con el tiempo, se crea una empresa muy grande que empieza a producir quesos y mi padre va a Tandil como gerente de la planta. Se retira de esa empresa en la década del 60, pero siempre quería volver a elaborar quesos. Entonces, en 1993 hicimos Don Atilio. Arrancamos con una fábrica pequeña, fuimos creciendo de a poco y hoy estamos produciendo bien. Estaos muy contentos porque logramos, después de 10 años, volver a hacer una exportación a Estados Unidos. Habíamos exportado bastante queso duro a ese país entre los años 2004 y 2006 y después, por cuestiones cambiarias, restricciones a la exportación y demás, dejamos. En los dos últimos años trabajamos muy fuerte con todo el equipo de la planta, los técnicos y operarios, para ponernos al día con todas las normas de calidad que exigen Estados Unidos, SENASA… Hicimos una inversión importante de infraestructura y de tiempo para lograr la certificación que nos permitió exportar.
Desde el 2006 a 2022, ¿cambiaron mucho las exigencias para exportar?
Sí, alguna exigencia ha cambiado, más del SENASA que verifica o hace toda la fiscalización por cuenta de otros países. Es muy exigente en cuanto a infraestructura, equipamiento y demás. Estados Unidos, tiene unas normas particulares de calidad y hay que preparar manuales, completar un montón de información. Tiene mucho registro, también todos los controles de puntos críticos, de peligros… Son normas que llevan mucho tiempo, mucho trabajo.
¿Qué tipo de quesos lograron exportar esta vez?
En esta oportunidad mandamos parrillera, que es cilindro de parrillera de provoleta y fraccionado, provoleta condimentada y sin condimentar. Es la típica parrilla que va a Miami para el público argentino que vive allá, hay mucha gente en esa zona. Es la primera exportación. Tenemos un acuerdo con el importador para seguir trabajando con ellos.
¿En este caso no tuvieron que adaptar el sabor al mercado?
Es un tipo de queso que no se fabrica en Estados Unidos, así que el argentino que lo quiere tiene que conseguir algo de importación. También estamos en contacto con Brasil para mandar queso duro. Esperamos poder hacerlo.
Tandil es una ciudad reconocida por la calidad de sus quesos y fiambres. ¿Cómo ve desde allí el mercado interno?
Está un poco deprimido. Este año cayó el consumo interno, por suerte aumentó mucho la exportación de quesos, con lo cual no está sobrando mercadería, porque si no, el producto perdería mucho valor. Tandil tiene el condimento de la parte turística y un nombre por la producción de fiambres y quesos. Es una cuestión histórica y tradicional por el clima y el tipo de pasto que tiene. Hubo una inmigración muy grande de vascos que eran ordeñadores y de inmigrantes que venían de Europa para producir quesos especiales tipo europeos. Todo eso hizo que Tandil estuviera bien considerado y manejado en eso. De allí el quartirolo y todos los quesos de origen italiano que se fueron adaptando al gusto argentino.
¿Podríamos decir que viene en el ADN de su familia?
Sí, es así, en general en el país toda la industria del lácteo se desarrolló a partir de tipos de quesos básicamente italianos, algunos franceses y algunos suizos… Pero el grueso es de origen italiano. Lo mismo en el caso de los fiambres, salamines y demás.
¿Cuántas personas trabajan en la empresa?
En el área de industria y administración somos 43 personas. En la parte de elaboración, 31 y después hay administradores de la parte de facturación. Todos ellos trabajan en forma directa. Después hay un montón de gente que trabaja en forma indirecta, como los transportistas, técnicos, los que hacen la tarea de equipamiento de frío, mantenimiento eléctrico… Hay un montón de gente que colabora y trabaja con nosotros, aunque no lo haga de forma permanente.
¿Producen a partir de un tambo propio?
Sí y también compramos leche de terceros. Tenemos la suerte de que todos los tambos que nos proveen están muy cerca de la fábrica, eso hace que tengamos un costo bueno, no tenemos mucho flete de materia prima. Eso es importante sobre todo hoy, cuando se habla mucho de la huella de carbono que es el tema del consumo de gasoil, electricidad y demás en la producción. Tener tambos propios nos permite un mejor control la calidad, conocer más la materia prima.
¿Además de la huella de carbono se pone la lupa también sobre la trazabilidad de los productos?
Sí, tal cual. Se está empezando a trabajar en eso. Nosotros todavía no empezamos, pero creemos que tenemos condiciones bastantes favorables para eso. Justamente por lo que comentaba. El hecho de que la industria esté radicada en el interior, la mayoría de las PyMEs lo están, facilita muchísimo eso y favorece el arraigo de la gente.
Argentina atraviesa un nuevo momento complicado para la producción. ¿Qué anida en los industriales PyMEs para no bajar los brazos?
Hay que ser optimista, uno trata de serlo siempre. Tiene que saber que si pone el esfuerzo y trata de mejorarse día a día no debiera fallar. Aunque en Argentina puede fallar igual porque las condiciones a veces no son ideales. Pero, en general, si uno trata de hacer las cosas lo mejor posible, con ganas y pasión, el resultado debiera ser bueno. Además, hay que estar permanentemente actualizando y comprar tecnología. Todo lo que se pueda hacer para mejorar, va a reforzar el crecimiento o avance de cualquier industria o actividad.
¿Es importante el acompañamiento del grupo familiar?
Por suerte tengo dos hijos que trabajan conmigo, uno en la parte primaria y otro en la parte de industria, comercial. Me dan una mano muy grande. Hoy es difícil, sobre todo en la actividad primaria de tambo, lograr una continuidad generacional. Es uno de los problemas que hay en los tambos. La generación que sigue no está muy interesada en la actividad. A veces por eso se cierren tambos, porque son años que no vienen con buenos resultados, sino con muchos sinsabores y los jóvenes no quieren pasar por esas cosas, prefieren cambiar de actividad. Es una lástima. En nuestro caso, por ahora, tengo la continuidad asegurada.
¿Al compás del crecimiento de las PyMEs crece el país?
Sí, es así. Nosotros participamos del clúster quesero en Tandil. Hemos logrado que las industrias pequeñas y no tan pequeñas hayan mejorado mucho en calidad, en la presentación de los productos. Trabajamos en comercialización en conjunto, participación en ferias, desarrollamos un montón de trabajos que nos ayudan a posicionar el queso de Tandil como uno de los mejores del país y que la gente lo reconozca.