Hace varios años que los teléfonos celulares han dejado de ser sólo dispositivos con los cuales comunicarnos con otra persona a través de llamadas o mensajes. El progreso de los smartphones permitió el desarrollo de aplicaciones que brindan soluciones a problemas cotidianos. Tal es el caso de Woocar que permite mejoras sustanciales a la hora de conducir un vehículo.
Disponible para camiones, autos y motos, Woocar utiliza tres sensores del celular: el GPS, el acelerómetro y el giróscopo. Además, detecta automáticamente cuando comienza y termina un viaje, de forma que el conductor no tenga que utilizar el celular al momento de manejar. En la plataforma web se encuentran los dashboards, tableros, reportes. A su vez contempla la disminución del consumo de batería y de datos.
Federico Bengolea, fundó esta startup en 2017 luego de realizar un master en la Universidad de Oxford, Inglaterra. “Comenzó como un ejercicio universitario. Había que proyectar algún negocio relacionado a la industria automotriz, que pudiera generar un impacto positivo tanto en lo social como en lo ambiental y que tuviera además la posibilidad de crecer exponencialmente usando tecnología. En ese momento estudiaba todo lo que tiene que ver con emisiones, huella de carbono y gases nocivos de los vehículos de acuerdo a como son conducidos”.
Al volver a Argentina en 2016, profundizó alternativas para disminuir las emisiones del transporte público. Pero al investigarlo se encontró con que había un problema de seguridad vial muy fuerte y que mucho tenía que ver con los hábitos de conducción, como del uso del celular. Según la Asociación Civil “Luchemos por la Vida”, Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por siniestros de tránsito. Fue entonces que entendió que tanto la cuestión ambiental en el transporte como la seguridad vial, podían ser abordadas en conjunto.
Bengolea, que trabajó en el equipo Lotus de la Fórmula 1, contó a Ser Industria que la app fue desarrollada prácticamente en su totalidad en nuestro país y que da puntajes de 0 a 100 respecto a distintas categorías diseñadas para evaluar la conducción.
Esos puntos representan información muy valiosa, tanto para el conductor como para la realización de políticas viales, porque se pueden generar mapas de calor que le sirven a la flota a la hora de dar capacitaciones para entender dónde tienen que tener precaución y trabajar con foco. También, para saber dónde se deben hacer campañas para prevenir accidentes. “Hicimos un estudio con un grupo que se llamaba Revolución Vial, que incluyó a académicos, funcionarios públicos y empresas privadas, donde determinamos algunos puntos en particular de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, en los que concurrían el uso del teléfono móvil y el exceso de velocidad. Esa información se puede aprovechar para que las campañas de seguridad vial tengan mayor éxito”.
En un principio barajó la posibilidad de que el proyecto sirva para que el conductor pueda demostrar que maneja bien y eso se traduzca a puntos que luego podían servir como beneficios en alguna compañía de seguros. Pero finalmente esto no se llevó a cabo, porque “el ciclo de venta en las compañías aseguradoras era tan largo que preferimos primero hacer un software as a service para empresas con flotas de vehículos corporativos o de transportes. Sin embargo, hace aproximadamente seis meses, tenemos un programa de beneficios a través de las compañías aseguradoras en Panamá. Dan premios en lavaderos, talleres, remolque”.
La privacidad es uno de los aspectos a los que también le han prestado atención. “Tenemos muchas flotas que eligen que nadie tenga acceso a los datos de geolocalización, ubicación ni recorridos. Solamente los de manejo: si hubo excesos de velocidad, si utilizaron el celular, frenadas o aceleraciones bruscas y el índice de conducción. En cambio, en las flotas de transporte, como ya están muy habituados a tener todo tipo de dispositivos satelitales, trackeadores, etcétera, generalmente usan las rutas e inclusive un módulo nuevo que tenemos que es de ruteo inteligente y de despachos para última milla”.
Asimismo, al haber rutas con kilómetros en los que no hay conectividad, para poder recolectar la información “trabaja con la metodología que llamada offline first. Es decir que, si no hay conectividad, se guarda toda la data en la memoria del celular y cuando consigue internet se suben los paquetes de información comprimidos”.
La principal dificultad inicial se dio al advertir un mercado inmaduro para el proyecto. “Veníamos a hacer telemática, a medir datos de vehículos a distancia con el celular, no usamos dispositivos, ni sensores conectados a los vehículos. Entonces había una parte de poder convencer a los posibles clientes de que efectivamente con el celular tenían toda la precisión, los datos y los sensores necesarios para establecer si estás manejando bien o mal”. Eso fue superado y actualmente Woocar ya tiene 7500 usuarios en 44 países.
Al ver los resultados, Bengolea manifestó que “en muchas empresas medimos una reducción de siniestros viales de un 80% en el primer año. Existen tecnologías como el GPS que miden las velocidades, las aceleraciones y demás, pero no lo hacen como lo hace Woocar y tampoco miden el uso del teléfono. También sucede que en el transporte tenían normalizado como parte de los costos los pequeños siniestros viales y no los miden. Solamente lo hacen cuando hay un vuelco o un lesionado, pero estos pequeños siniestros viales generan costos ocultos y de reputación para empresas que son enormes”.
En ese sentido, refirió lo que sucede en Costa Rica donde, tras habilitarse una flota, en el primer mes ahorraron cerca de un 10% de combustible. “Esto no fue porque estuvieran manejando súper suave, sino porque se enteraron de un montón de límites de velocidad que al no estar señalizados”. Cuenta además lo que sucede en África, donde están en 17 países “Allá tenemos clientes que hablan inglés, portugués, francés y también español como segunda lengua. Hemos tenido muy buenos resultados y un montón de aprendizajes, muchos desafíos con tema conectividad, mapeo, infraestructura etcétera”.
Consejos a la hora de emprender
Para Bengolea, que a sus 20 años fundó su primera empresa bajo el nombre de Cronometrix, dedicaba al cronometraje y fiscalización de carreras de autos, el ecosistema emprendedor argentino es “súper vibrante. Hay mucha gente a la que le gusta conectarse”. Pero sostuvo que “en general las cosas llevan más tiempo del que uno se espera o imagina, entonces siempre digo que es bueno hasta que uno no tiene clientes o un fondeo asegurado, mantener el trabajo actual y no tirarse la pileta”.
En base a su experiencia recomendó no buscar inversión antes de tener algunos clientes porque “por un lado, si se busca inversión pre clientes, salvo que ya hayas tenido éxito, vendido startups anteriores, la valoración que vas a tener será vaga, las condiciones van a ser más leoninas. No conviene tanto, salvo que uno tenga suerte, que también es necesaria. Entonces es bueno poder validar con clientes reales más que con un power point o convenciendo a algunos inversores. La clave es que te valide el mercado”.
En ese sentido, expresó que crear una empresa en Argentina “es muy difícil como en todo el mundo, sobre todo en tecnología donde cada vez es más fácil hacer algo y cada vez es más fácil copiar. Creo que el hecho de que sea Argentina no agrega mayores dificultades frente a lo difícil que es poder validar un producto y después hacer que crezca en el mercado global”. Por eso indicó que “tiene cosas muy favorables y otras muy desfavorables, pero creo que sigue siendo más difícil lograr un buen producto que sea amado por el público que el lugar donde uno lo desarrolla”.