Argentina es el segundo con más actividad en la región, detrás de Brasil. Al menos 1 de cada 10 adultos argentinos compra o compró criptomonedas alguna vez, por lo que se estima que suman cerca de 2,5 millones de personas.
Las transferencias con criptomonedas en la Argentina alcanzaron los 93.000 millones de dólares entre julio de 2021 y junio de 2022, impulsadas por la fuerte adopción de monedas estables (stablecoins) como refugio de valor y de uso en operaciones de pago cotidianas.
Pese a tener una población mucho más pequeña que Brasil, 215 millones de habitantes contra 45 millones, el volumen de dinero en transferencias de criptos en la Argentina fue dos tercios el que se operó en el país vecino en el mismo período, con poco más de 140.000 millones de dólares.
Argentina se ubica hoy el lugar 13 en el Índice Global de Adopción de Criptomonedas 2022 que realiza la empresa Chainalysis, en base a cruces de datos de transferencias liquidadas en las principales cadenas de bloques (blockchains) públicas y su georreferenciación por Internet, que identifican actividad relevante con criptomonedas en 142 países, informó Télam.
La paradoja de la adopción de las criptomonedas en Latinoamérica se da a pesar del derrumbe en su cotización. El valor total del mercado pasó de US$ 3 billones en noviembre de 2021 a perforar los US$ 800.000 millones en junio de 2022 y es una de las pocas regiones del mundo en el que el volumen de operaciones creció en el último año, ante la mayor adopción de usuarios no para especulación sino para protección de la inflación.
De hecho, el informe señala que entre julio de 2021 y junio de 2022 la región recibió US$ 562.000 millones en criptodivisas, un 40% más que el mismo período del año pasado, un porcentaje muy superior al resto del mundo, donde incluso retrocedió el nivel de uso de criptomonedas, sobre todo en el este de Europa y Asia.
Es decir, cada vez más usuarios optan por resguardar sus ahorros a través del mundo cripto, dada la facilidad y velocidad con la que se puede operar, haciéndose de las llamadas stablecoins o criptomonedas estables, que en su gran mayoría siguen el valor del dólar (USDC, USDT y DAI son las más conocidas).
Otra de las características del fenómeno argentino es que, a diferencia de la región e incluso del mundo, tres de cada cuatro operaciones (75,3%) se realizan a través de exchanges centralizados: empresas que ofrecen una plataforma a través de las cual los usuarios compran y venden criptomonedas, pero no entre pares, sino a través de la propia empresa, mientras que en el mundo el promedio alcanza a dos de cada tres operaciones (66,3%).
Más de una decena de empresas fundadas en Argentina proveen este servicio (Ripio, Lemon, Buenbit, Belo, Let’s Bit, Satoshi Tango, Argen BTC, Decrypto, entre otras) a las que también se suman compañías internacionales.
Entre los datos relevantes del informe se desprende que, en Argentina, más del 31% del volumen de transacciones cripto minoristas proviene de la venta de stablecoins, en comparación con sólo el 26% de Brasil y el 18% de México.
“Las stablecoins van a ser el vehículo de crecimiento de cripto en la región. No hay una atracción por cripto o por la tecnología, sino una búsqueda de supervivencia financiera, que los ahorros no desaparezcan para protegerse frente a la inflación. Lo mismo ocurre en África, donde se está adoptando cada vez más como uso cotidiano”, dijo Dan Cartolin, ejecutivo de cuentas para América del Norte y América Latina en Chainalysis.
Para Juan José Méndez, CBO del exchange argentino Ripio, en el contexto actual es de mercado bajista “aunque Bitcoin o Ethereum siguen teniendo alta demanda en nuestras plataformas, las stablecoins o “criptodólares” ganaron mucho terreno este año”.
“De hecho, durante tres meses consecutivos Bitcoin retrocedió ante USDC (una de las principales stablecoins, emitidas por la empresa norteamericana Circle), la criptomoneda con mayor actividad de compra y venta en Argentina y este mes también en Brasil”, aseguró Méndez sobre el comportamiento de sus usuarios en su empresa, una de las pioneras en la región y que actualmente opera en Argentina, Brasil, México, Colombia, Uruguay y España.
“El nivel de adopción que se observó a lo largo del último tiempo en Latinoamérica es muy elevado, y se da cada vez más en diversas industrias y sectores productivos, con un perfil de usuario que busca sobre todo proteger su patrimonio”, cerró.